La región comprende el sur de México y la península de Yucatán, así como Belice, Guatemala y partes de las repúblicas centroamericanas de Honduras, El Salvador Nicaragua y Costa Rica. La diversidad geográfica definió el desarrollo y la variedad de los grupos lingüísticos mixes- zoques que habitaron la zona a través de las planicies costeras meridionales de Chiapas y Guatemala, las tierras altas guatemaltecas, la selva del Petén y las llanuras calcáreas de la Península de Yucatán. El estudio de la antigüedad en el Sureste se ha realizado mediante la división de Tierras Altas y Tierras Bajas, como dos áreas diferenciadas en donde las particularidades del ambiente permitieron el desarrollo cultural desde, aproximadamente, el 2000 a.C. hasta la conquista europea.
El Preclásico (2000 a.C.-150) muestra rasgos culturales compartidos entre los habitantes de la región del Sureste y el resto de Mesoamérica, tales como la agricultura, la caza, la pesca y la recolección de frutos como formas de subsistencia. Hay indicios de que en una etapa temprana el territorio pudo haber estado dividido en diversas entidades políticas independientes, y que, hacia finales de este periodo, entre el año 100 y el 250, aparecieron determinados elementos, los cuales serán característicos de la cultura maya, tales como la escritura, el calendario, el culto a los monumentos pétreos y la arquitectura con techo de bóveda maya.
Las primeras ciudades que se construyeron presentan templos y palacios alrededor de patios o plazas, entre las cuales destaca El Mirador, en Guatemala; Calakmul y Edzná, en Campeche; y, Aké y Dzibilchaltún, en Yucatán. En estos sitios ha sido observada la influencia de la cultura olmeca en los montículos y monumentos escultóricos.
El periodo de máximo esplendor de la cultura maya se ubica en el Clásico, comprendido entre el 250 y el 900. En este momento, surgen numerosas ciudades-estado con una compleja organización política y clases sociales jerarquizadas, lo cual permitió el perfeccionamiento del calendario, la numeración y la escritura. Las ciudades mayas, no sólo fueron concentraciones urbanas, sino que se convirtieron en centros de producción de bienes de primera necesidad y de lujo, así como de diversos servicios, que se generaban gracias al control de los recursos naturales, de los conocimientos y de la población.
De tal manera, durante el Clásico, es posible encontrar capitales regionales, como Tikal, en las tierras altas guatemaltecas, la cual compitió con Calakmul, en el Petén, durante más de un siglo. En la región de la cuenca del Usumacinta, predominaron ciudades como Yaxchilán, Palenque y Piedras Negras, aunque el impulso político, social y económico de la región también permitió que se desarrollaran otros sitios, como Comalcalco, Pomoná, Toniná y Bonampak.
Al igual que otras regiones de Mesoamérica, el Sureste recibió la influencia de la ciudad de Teotihuacán, y dejó evidencias de ello, por ejemplo, en el estilo de las edificaciones en Tikal, así como en el elemento arquitectónico de talud-tablero que se conserva en Dzibilchaltún.
Durante la fase tardía del Clásico, entre el 600 y el 900, la consolidación del poder de las capitales regionales con grandes concentraciones urbanas favoreció un ambiente bélico, aunado al establecimiento de alianzas entre el grupo conformado por nobles, guerreros y sacerdotes. Paralelamente, se fortalecieron las rutas y áreas de comercio, lo cual propició la época de mayor auge cultural y avances científicos, por ejemplo en términos del cómputo del tiempo, el uso del cero y la escritura. La influencia de la cultura maya del Petén se extendió hacia la Península de Yucatán, a sitios como Cobá, Edzná y Oxkintok, lo cual dio origen a una serie de variantes culturales que han sido identificados como los estilos arquitectónicos Rio Bec, Chenes y Puuc.
El Clásico terminal fue escenario de la desintegración de los centros políticos y económicos, así como del contacto e intercambio comercial con sitios de la costa del Golfo y otras regiones de Mesoamérica, tales como El Tajín, Cacaxtla y Xochicalco. Se observa una mayor fusión de elementos mesoamericanos en centros como Chichen Itzá, el Pucc de Uxmal, Kabah, Sayil y Oxkintok, los Chenes de Santa Rosa Xtampak y Edzná.
Se han observado diversos posibles factores de decadencia que llevarían al colapso de la cultura maya durante el Posclásico en el área del Sureste (1000-1517), tales como fenómenos naturales, la revolución campesina, la llegada de grupos no mayas, por ejemplo los itzaes a Chichén Itzá. El aumento de la población habría generado una desorganización política y un clima bélico, que permanecerían hasta la llegada de los conquistadores europeos.
Fuentes:
López Austin, Alfredo y Leonardo López Luján, 2009, El pasado indígena, México, Colmex / FCE.
Cardós de Méndez, Amalia, 2004, Maya. Museo Nacional de Antropología. México, México, Conaculta / INAH / Lunwerg.