Maquetas y estructuras sagradas como un árbol y un Cuauhxicalco están ahora abiertos a la visita pública gracias a recientes hallazgos y al continuo trabajo del Proyecto de Arqueología Urbana (PAU).
Vestíbulo de acceso a la zona arqueológica del Templo Mayor
El INAH ha abierto un nuevo acceso a la Zona Arqueológica del Templo Mayor desde la Plaza Seminario, ahí los visitantes podrán conocer un espacio arqueológico y museográfico subterráneo con orientación norte-sur, de 50 m de longitud por 24 m de ancho y una profundidad variable entre los 5 y 7 m, donde se observan restos de un piso elaborado con grandes losas de andesita rosa conocida como lamprobolita, el cual forma parte de una amplia plaza que rodea al Templo Mayor, construida durante el gobierno de Ahuitzol (1482-1502).
Debajo de este piso, se observan los restos de otro más antiguo, elaborado con pequeñas lajas de basalto que forman parte de un nivel inferior de la plaza, fechado en la etapa IVb (1469-1481), época correspondiente al gobierno del tlatoani Axayácatl.
Al fondo del espacio, en un nivel más bajo, se observa una sección del Cuauhxicalco “Vasija o recipiente de águila,” conformado por una plataforma circular de casi 17 m de diámetro por 2.50 m de altura. Esta estructura fue representada en el Códice Matritense del Real Palacio, donde consta que se trató de un edificio bajo, probablemente porque en él se llevaban a cabo distintos actos religiosos vinculados al fuego y se buscó que los asistentes tuvieran un contacto cercano con los sacerdotes. El muro que le da forma fue elaborado ligeramente en talud con piedras careadas de tezontle y andesita unidas con lodo, con recubrimiento de estuco y decorado con esculturas en forma de cabezas de serpiente a manera de espigas que fueron empotradas alternadamente. Éste es uno de los cinco Cuauhxicalco que existieron en Tenochtitlan y está fechado en la etapa IV del Templo Mayor, que corresponde al periodo de gobierno de Moctezuma Ilhuicamina, quien gobernó entre 1440 y 1469.
Al poniente se pueden observar los restos de una escalinata que fue destruida en su mayor parte durante la construcción, a lo largo de la calle de Guatemala, de un colector de aguas residuales para saneamiento del centro de la ciudad, durante el gobierno de Porfirio Díaz, a principios del siglo XX.
A menos de 3 m del Cuauhxicalco, se exhiben los restos de uno de los árboles sagrados que, según la cosmovisión mexica, sostenían los trece niveles superiores y conducían el cosmos; a través de sus troncos, el mundo recibía las influencias benéficas y dañinas del mundo superior e inferior. Este tronco muerto de encino presenta un muro circular en su base elaborado con piedras de tezontle unidas con lodo y recubrimiento de estuco, tiene 2.20 m de diámetro por 55 cm de altura. El tronco se divide en dos brazos, lo que podría haberse hecho intencionalmente.
Dos grandes vitrinas adosadas a la pared interna oeste del vestíbulo contienen excepcionales piezas arqueológicas: una vitrina representa la dualidad con piezas asociadas al Templo Mayor (Tláloc y Huitzilopochtli) las cuales fueron recuperadas entre los años de 1978 a 1982; la otra está dedicada al Programa de Arqueología Urbana (PAU) e incluye una muestra representativa de ofrendas, esculturas de piedra, cerámica azteca, lítica y cerámica del periodo virreinal, resultado de las excavaciones en el nuevo vestíbulo de acceso a la zona arqueológica.
Este espacio incluye una maqueta del Templo Mayor y un video que permiten comprender mejor las siete etapas constructivas de los vestigios que se pueden conocer al recorrer la zona arqueológica.
Al salir del vestíbulo se encuentran tres maquetas del INAH. La primera ejemplifica los aspectos fisiográficos de la zona de los lagos de la cuenca de México y los asentamientos humanos que existían en la primera mitad del siglo XVI. La segunda muestra las ciudades de Tenochtitlan y Tlatelolco con sus estructuras, barrios, chinampas y calzadas. La última es del recinto sagrado de Tenochtitlan, actualizada con los hallazgos del PAU.
Fuente: Raúl Barrera Rodríguez, director del Programa de Arqueología Urbana