Debajo del actual Museo de la Medicina y antiguo Palacio de la Inquisición se encuentran vestigios de la época virreinal compuestos por muros, pisos y piezas cerámicas.
Palacio de la Escuela de Medicina
El proyecto de construir la sede del Tribunal del Santo Oficio fue encomendado al arquitecto Pedro de Arrieta, quien era el Maestro Mayor de las Obras Materiales del Santo Oficio. La obra comenzó en 1732 y terminó en 1736. Después de 84 años, la inquisición fue clausurada definitivamente en 1820 y, tras permanecer 18 años sin ser ocupado, el edificio se subastó públicamente, sin embargo, los mitos e historias que rodeaban a la Inquisición impidieron que alguien quisiera comprarlo.
Posteriormente fue sede temporal del Arzobispado de la ciudad, de la Lotería Nacional, de una escuela primaria y de un cuartel militar, hasta que en 1854 se instauró la Escuela de Medicina. En sus espacios se impartieron lecciones de medicina y enfermería durante casi cien años, hasta que la escuela se trasladó a Ciudad Universitaria. Posteriormente se realizaron trabajos de restauración del inmueble para saldar el daño provocado por los años de uso.
El INAH se encargó de realizar excavaciones y creó una ventana arqueológica pues se encontraron vestigios virreinales durante los trabajos de restauración. Éstos terminaron en 1980 y se inauguró el Museo de la Medicina Mexicana. Aún, en su patio central, los médicos egresados hacen su juramento hipocrático.
En la esquina noroeste del patio principal, se encontró un piso elaborado con cantos rodados de la época virreinal y sobre él, 13 vasijas dispersas entre las que se encuentran platos, jarras y ollas que quedaron depositadas como material de relleno.
En el costado oeste de la ventana se conservan restos de un muro elaborado con piedras de tezontle y ladrillos unidos con lodo; en sus fachadas presenta un recubrimiento de cal y arena con evidencias de pigmento rojo.
Hay dos teorías en torno al origen de estas construcciones, la primera propone que corresponden a la casa que una familia Guerrero donó a los dominicos para que establecieran su residencia en la capital de la Nueva España. La segunda sugiere que el muro de mampostería forma parte de una iglesia pequeña que, según documentos históricos, los religiosos levantaron en este lugar en donde vivieron por poco tiempo.
Fuente: Raúl Barrera Rodríguez, director del Programa de Arqueología Urbana