Los misioneros jesuitas fueron los fundadores del real de minas de San Antonio de Cuencamé y el de Mapimí. Dicha orden religiosa también se encargó de difundir en estos lugares la veneración del Señor de Mapimí, una de las tradiciones religiosas más importantes de la Nueva Vizcaya desde el siglo XVIII.
Templos en el pueblo de Cuencamé y Cristo de Mapimí
La tradición popular relata que el jueves santo del año 1715, los españoles del Real de Mapimí realizaron una procesión cargando la imagen, cuando sufrieron un devastador ataque de tobosos y cocoyomes. Un grupo logró escapar llevando consigo la efigie y al dirigirse hacia la población de Parras, atravesaron la Sierra de Jimulco, sitio en donde encontraron un lugar para ocultar el Cristo, el cual fue encontrado tiempo después por unos soldados que siguieron a una indígena que la visitaba.
El 6 de agosto de 1715 la imagen fue trasladada a Cuencamé y se dice a pesar de los intentos de los pobladores de Mapimí por recuperarla no pudieron porque cada vez que pretendían moverla, ésta se hacía pesada, imposibilitando su movimiento, lo que fue interpretado como que el Señor de Mapimí no deseaba salir de Cuencamé.

Capilla de Nuestra Señora de la Soledad
Monumento histórico del siglo XVIII que formó parte del Convento Franciscano de la Purísima Concepción.

Parroquia de San Antonio de Padua
Monumento histórico del siglo XVIII. Un año antes se construyó en el mismo lugar otra parroquia, de la que no quedaron vestigios.

Santuario de Guadalupe
Monumento histórico del siglo XVIII que formó parte del Convento Franciscano de la Purísima Concepción.

Capilla del Sagrado Corazón
Monumento histórico del siglo XIX fundada por los mineros de Ojuelas.

Parroquia de Santiago Apóstol
Monumento histórico del siglo XVIII intervenido en el siglo XX.