El 22 de octubre de 1575 se fundó oficialmente como presidio la Villa de Nuestra Señora de la Asunción de las Aguas Calientes, hoy Aguascalientes, capital del estado de mismo nombre. Su nombre provenía de los abundantes manantiales termales que existían en los alrededores.
Conjunto histórico de la ciudad de Aguascalientes
Dicho asentamiento se estableció con la intención de proporcionar un lugar de descanso y protección a los viajeros que iban y venían entre Guanajuato, Zacatecas, los altos de Jalisco y Guadalajara. Por su situación intermedia respecto de las zonas mineras, y por su ubicación en la zona del Bajío, Aguascalientes se convirtió en un importante punto de comercio y abastecimiento por la presencia de numerosas haciendas en las cercanías, situación que se vio reflejada en la riqueza de las construcciones lo que las convirtieron en una de las ciudades más bellas del Camino Real de Tierra Adentro.
La bonanza minera de Zacatecas colocó a esta villa entre las principales ciudades del virreinato, no sólo por su importancia económica, sino también por el crecimiento demográfico que vivió desde los primeros años, ya que desde el descubrimiento de las minas, Zacatecas mantuvo con Guadalajara una relación comercial y administrativa ante el traslado de la plata, situación en la que Aguascalientes jugaba un papel trascendental, debido a que conectaba los caminos que comunicaban a estas ciudades.
Este itinerario, aunado a un desarrollo agrícola y ganadero importante en la zona, permitió un aumento demográfico de la villa, haciendas y estancias de los alrededores. Además, el sitio tenía el beneficio de contar con manantiales termales que para los viajeros que recorrían las grandes distancias del Camino Real representaban auténticos oasis.
Aunque ya se le llamaba villa, fue hasta 1611 que se le otorgó dicho título, designación que fue motivada por su gran crecimiento agrícola y demográfico, siendo conocida desde entonces como Villa de Nuestra Señora de la Asunción de las Aguas-calientes. Dicho espacio fue tomando forma gracias a las inversiones que hicieron los ricos productores de la región, así como mineros del norte para la construcción de diversas edificaciones arquitectónicas, tanto civiles como eclesiásticas. Los hacendados invirtieron no sólo en el interior de las haciendas, también contribuyeron a la transformación del paisaje y levantaron suntuosas residencias en el centro de la villa de Aguascalientes.
En la arquitectura religiosa destacan también los templos de San Diego y San Marcos, la parroquia de La Asunción; las iglesias de San Juan de Dios y la de la Tercera Orden, así como las capillas de San Juan Nepomuceno, el señor de la Salud y el señor del Encino.
La bonanza que registró Aguascalientes en la última fase del periodo colonial se resintió con la guerra de Independencia, ya que su ubicación geográfica la colocó como punto estratégico en el movimiento armado y por sus caminos transitaron los grupos en disputa con dirección al norte o a la ciudad de México. Por su parte, la construcción de la línea del ferrocarril que uniera a la ciudad de México con la frontera norte del país hizo su aparición en 1880.