En septiembre de 1693, un grupo de soldados y colonos esperanzados -incluyendo sacerdotes, tejedores, sastres, canteros, albañiles, carpinteros, molineros, herreros, zapateros, escultor y dos pintores- partieron de la ciudad de México en busca de una nueva vida en la lejana tierra española de Nuevo México. Con carros y ganado a cuestas, se desplazaron hacia el norte por el Camino Real de Tierra Adentro a través del Desierto de Chihuahua hasta el extremo sur de las Montañas Rocosas. Los 217 viajeros que finalmente llegaron a la Plaza de Santa Fe el 24 de junio de 1694 se ganaron un lugar en la historia como el grupo más grande que haya atravesado toda la longitud de El Camino Real.
Santa Fe Plaza
En 1610 se fundó la plaza como el centro social y económico de la ciudad capital de Santa Fe, una comunidad agrícola española establecida ya en 1605, excursionistas, gente del pueblo, comerciantes, funcionarios gubernamentales y otros habían sido atraídos por la promesa del sendero de aventura y prosperidad en la frontera situado más al norte de Nueva España.
Desde la fundación de Nuevo México en 1598 hasta la Rebelión Pueblo de 1680, que forzó a los españoles y sus aliados a huir a El Paso del Norte, los convoyes de suministro trienales fueron vitales para la supervivencia de los colonos y los esfuerzos misioneros. Con la recuperación de la provincia en 1693, los españoles establecieron una relación cordial con los indígenas Pueblo.
Pedro de Peralta fue nombrado gobernador por la Corona española, él diseñó la nueva villa con una plaza central rodeada por las instituciones de la Iglesia y del Estado, con espacio para ceremonias políticas, procesiones religiosas, mercados y fiestas. En torno a esta zona se estableció la élite que llegó al pueblo siguiendo el Camino Real.
Desde la época colonial, la plaza adquirió prestigio como término de importantes senderos de la historia occidental y como destino cultural y comercial, ya que aquí llegaban productos como seda, cuentas de vidrio, porcelanas chinas y otros artículos de lujo internacionales. En un mapa de 1776 se observa que las carreteras parten de la plaza hacia el norte y el sur.
La independencia de México en 1821 abrió las fronteras al comercio internacional, a través del Camino Real y el Sendero Santa Fe que conectó Nuevo México con los mercados en EE.UU., convirtiendo a Santa Fe en un importante centro comercial con la fama de ser un misterioso crisol de vaqueros, indios, bandidos, soldados, policías y residentes.
Actualmente, el pueblo de Santa Fe se desarrolló alrededor de la plaza, cuya forma refleja siglos de cambios. Aunque es inventado, su estilo arquitectónico único identifica a Santa Fe en todo el mundo y atrae a visitantes por ser un importante punto histórico de intercambio internacional. Al norte se encuentra el Palacio de los Gobernadores y, al este, la Catedral Basílica de San Francisco donde estaba la parroquia de adobe.
Con la americanización, la plaza moderna refleja poco del carácter español y mexicano de épocas anteriores, pero sigue siendo un núcleo de la identidad cultural y cívica de Santa Fe, atrayendo a visitantes de todo el mundo después de 400 años de que los primeros viajeros recorrieran El Camino Real.
