Atlixco, ciudad famosa por su buen clima y su tierra fértil, fue conocida como “el granero de la Nueva España” durante la época colonial; en la actualidad se denomina “Atlixco de las flores”. La traza de sus calles coloniales, su arquitectura religiosa y sus danzas tradicionales son prueba de la riqueza de su patrimonio.
Atlixco
El municipio de Atlixco se localiza en la zona centro oeste del estado de Puebla. Su área central es un extenso valle y pertenece a la subcuenca del río Nexapa que cruza por la mitad del valle de Atlixco. Asimismo, se distingue por su paisaje dominado por el imponente volcán Popocatépetl.
La palabra Atlixco significa “agua en el valle o en la superficie del suelo” y proviene del náhuatl: de atl, “agua”, e ixtla, que quiere decir “llanura o valle”. En la época prehispánica se conocía como Cuauhquechollan, “águila que huye”, y durante la Colonia se denominó Acapetlahuacan, “lugar de esteras de caña”, y luego Atlixco. Sus primeros pobladores en el México prehispánico fueron los xicalancas, provenientes de la costa del Golfo; después fue asentamiento de teochichimecas y más tarde estuvo sometido a Tenochtitlan.
Debido a su posición geográfica fue escenario de luchas entre los diversos grupos indígenas que estaban asentados en los alrededores. Los pueblos de Calpan, Huejotzingo y Cholula se disputaron en diversas épocas la posesión del valle que, a la llegada de los españoles, se encontraba bajo el dominio de Huejotzingo.
En el siglo XVI, el valle de Atlixco fue una de las zonas más ricas e importantes en la vida económica del Virreinato, incluso se le considera el primer granero de la Nueva España. Cerca del año 1550, fray Toribio de Benavente, “Motolinia”, y el arquitecto fray Juan de Alameda fundaron uno de los primeros conventos franciscanos de la región de Atlixco y con ello se incorporaron al proceso de evangelización.
La orden de los agustinos fue la segunda en llegar a Atlixco y fundaron su convento en la última década del siglo XVI. La misión de esta orden no fue evangelizar a los indígenas, sino dar atención espiritual a los habitantes españoles y criollos. Posteriormente se construyeron otros edificios religiosos conventuales de diferentes órdenes, lo cual es una muestra del desarrollo económico y religioso que la ciudad había alcanzó.
El 29 de septiembre de 1579 se fundó la Villa de Carrión (hoy Atlixco) por autorización del rey Felipe II, quien también le concedió un escudo de armas. En 1632 fue designada cabecera, independiente de Huejotzingo, con once poblaciones a su cargo. Para finales del siglo XVII, Atlixco se consolidó como una villa de enorme riqueza agrícola; su abundancia era tal, que se convirtió en la villa que otorgó las principales aportaciones para la construcción de la ciudad de Puebla. El 3 de marzo de 1706 se convirtió en una especie de señorío, otorgado por el rey Felipe V a José Sarmiento de Valladares, a quien le concedió el título de primer duque y señor de Atlixco.
Durante la lucha de Independencia, la participación de Atlixco fue totalmente a favor de los realistas, pues era una ciudad de españoles. Sin embargo, en 1821, al triunfar el movimiento insurgente, el capitán Luis de Ojeda formó el Regimiento de Leales de Atlixco, formado por cerca de 600 hombres. El 14 de febrero de 1843, el general Nicolás Bravo, presidente interino de la república, le concedió a Atlixco la categoría de ciudad en consideración de dichos servicios.
A lo largo del siglo XIX fue escenario de algunos acontecimientos históricos; por ejemplo, a partir del 15 de mayo de 1847, y hasta mediados de octubre del mismo año, se convirtió en sede de los Poderes del Gobierno del Estado de Puebla, cuando sucedía la invasión de Estados Unidos. Asimismo, durante la Intervención francesa fue escenario de una batalla en la cual simpatizantes de los franceses fueron derrotados, con ello se contribuyó a la victoria del 5 de mayo de 1862.
En la actualidad Atlixco es un municipio cuyas principales actividades económicas son las agropecuarias y el comercio. Cuenta con valiosas y arraigadas tradiciones como el Huey Atlixcáyotl, expresión en náhuatl que significa “gran tradición atlixquense”; se celebra el primer fin de semana de septiembre con bailes y danzas de la región. Según la tradición prehispánica, se trata de una fiesta en honor a Quetzalcóatl, para agradecer los dones recibidos en la cosecha. En 1996 el Atlixcáyotl fue nombrado Patrimonio Cultural del Estado de Puebla. Otras celebraciones importantes de Atlixco son la fiesta de San Miguel Arcángel, patrono del lugar, que se lleva a cabo el último domingo del mes de septiembre. Por su parte, el último domingo del mes de mayo se festeja a San Félix.
Las actividades artesanales de la ciudad son dignas de mención; destacan los utensilios de barro natural y de barro policromado, las camisas bordadas y las velas. En la gastronomía local sobresalen el consomé atlixquense, la cecina, los tamales de comino, los tlacoyos y la trucha preparada. El dulce típico es la jeripa, con su característico color rosa, que se elabora con harina de arroz, leche y yemas de huevo; se sirve en cazuelas de barro y se espolvorea con ajonjolí.
La traza de la ciudad data de alrededor 1537 y fue realizada por fray Alonso de Buendía. Se desarrolló a partir del asentamiento del pueblo indígena de Santa María Acapetlahuacán, situado en las faldas del cerro de San Miguel, y de la fundación de la Villa de Carrión en la parte baja del cerro; a partir de estos asentamientos se generó la estructura urbana que conforma la actual ciudad de Atlixco.
La Zona de Monumentos Históricos de Atlixco fue decretada el 27 de mayo de 1988. Abarca una superficie de 0.59 km2 y está formada por 43 manzanas; en estas se encuentran edificios con valor histórico y arquitectónico que fueron construidos entre los siglos XVI y XIX, algunos fueron destinados al culto religioso, por ejemplo: el Templo y convento de San Francisco, la Capilla de la Tercera Orden, la Parroquia de la Natividad, el exconvento y los templos de San Agustín, de la Merced, del Dulce Nombre de María, el templo y exconvento de Santa Clara y el templo y exconvento de San Juan de Dios.
Otros inmuebles han sido destinados a fines educativos, de servicios asistenciales y para el uso de autoridades civiles, eclesiásticas y militares. Entre estos destacan: el Portal Hidalgo, la Antigua Casa del Marqués de Santa Martha, la presidencia municipal, la Casa de la Audiencia, la Botica Poblana y el Hospital de San Juan de Dios.
Templo de la Santísima Trinidad


Templo de Santa Cecilia (San Agustín)

Antiguo Claustro del Convento de San Agustin


Casa de los Rangel


Presidencia Municipal

Parroquia San Jerónimo

Hacienda Tejaluca

Parroquia de San Pedro y San Pablo

Conjunto Conventual de Santa Clara de Asis
Coordinación Nacional de Monumentos Históricos
La Coordinación Nacional de Monumentos Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia ...