Las planicies del valle de Teocaltiche, zona de pueblos chichimecas, fue un cruce importante de las vías de comunicación de Zacatecas con la ciudad de México y Guadalajara. Esto propició el surgimiento de una economía agrícola-ganadera exitosa. Los Altos de Jalisco se convirtieron pronto, junto con Aguascalientes, en proveedores de los asentamientos mineros del norte, propiciando la fundación en 1760 de la villa de Nuestra Señora de la Encarnación de los Macías, en el antiguo puesto de El Sauz.
Panteón en Encarnación de Díaz
Para 1791, esta villa contaba con 199 familias de españoles, 7 de mestizos y 19 de mulatos. La administración estaba a cargo de un cabildo secular con un alcalde ordinario y un síndico procurador y el sustento estaba basado en la producción agrícola y la ganadería porcina, que exportaban a las zonas mineras, principalmente Zacatecas.
Buena parte de las ganancias que la actividad agropecuaria generó en la villa, fueron invertidas por los habitantes en la construcción de una iglesia cuyo interior asemeja las iglesias decimonónicas de las haciendas de la región. La iglesia de Encarnación de Díaz tiene una fachada sobria, destacando en ella las torres de tres cuerpos y cúpulas de remate, el conjunto está circundado por una baranda de herrería sostenida por columnas rectangulares de cantera, cuyos remates sostienen faroles.
La importancia comercial de Encarnación de Díaz también permitió la construcción de un cementerio decimonónico que contiene joyas de la escultura neoclásica en sus mausoleos. Dentro de un edificio con un patio central, rodeado de portales, se encuentran criptas empotradas que guardan los cuerpos de los habitantes de la comunidad.