Inaugurado en 2001 y reestructurado en 2006, este espacio tiene como objetivo principal mostrar al visitante la otra cara de la ciudad antigua de Teotihuacán, originalmente decorada con infinidad de pinturas en todos los edificios que la conformaron.

Alberga una gran cantidad de fragmentos de murales, así como maquetas y un extenso cedulario informativo para explicar el proceso de trabajo comprendido en la elaboración de la pintura mural. Completa el acervo una vasta colección de piezas arqueológicas, sobre todo de piedra labrada, cerámica y obsidiana. Abarca nueve temas distribuidos en 13 salas.

Además de apreciar las distintas artes que dominaron los teotihuacanos, en especial la arquitectura, la escultura y la pintura, el visitante entra en contacto con la visión cosmogónica de esta cultura. En el caso particular del muralismo se explican la técnica, el método de escritura (aún no descifrado en su totalidad) y la cronología con base en la evolución técnica y artística, así como la relación con la ideología y la religión de acuerdo con los estudios realizados sobre este arte, que tiene al menos 1,500 años de antigüedad.