Desde su fundación, la plaza ha sido el centro social, espiritual y económico de la ciudad. Además, funge como el eje cultural y geográfico alrededor del cual gira la narrativa del pueblo. Con el tiempo, la pavimentación, jardinería y la adición de una réplica del quiosco de música de la década de 1930 hizo acogedor un simple lote de tierra.
Los edificios comerciales y residenciales que rodean la plaza son un reflejo de la maduración de Mesilla como una ubicación privilegiada en El Camino Real y en la ruta sur a California, donde se descubrió oro en 1849.
Al sur se encuentra una iglesia sencilla que, alrededor del año 1857, fue reemplazada por una de adobe tradicional. Esta, a su vez, dio lugar en 1906 a la actual iglesia de San Albino, un edificio de ladrillos amarillos, con campanarios cuadrados, torres piramidales y altas ventanas con vidrieras de colores arqueadas. Actualmente, es una de las dos basílicas de Nuevo México.
Al establecerse los límites entre los Estados Unidos y México, surgió la duda sobre la pertenencia del Valle de Mesilla, pues el gobierno mexicano consideró que el cruce de los colonos del suroeste del Río Grande hacia el valle situaba a Mesilla en México, pero el gobierno estadounidense no estuvo de acuerdo. Esto provocó que Mesilla fuera tierra de nadie, en medio de disputas políticas, hasta que la compra de Gadsden la convirtió oficialmente en parte del territorio de los EE. UU. en 1854.
Con el tiempo, Mesilla ha evolucionado de ser un pueblo fronterizo rebelde y rudo a convertirse en una de las grandes comunidades históricas de Nuevo México, preservando su identidad cultural y su historia arquitectónica.
