Pieza
Francisco castigado por su padre
Anónimo
Óleo sobre tela
Cuando Francisco inició su conversión tomó su caballo y ricas telas para dirigirse a la ciudad de Foligno, donde vendió su carga. En Asís se hablaba de “su locura” y era, bien sabido que por donde caminaba andrajoso y pidiendo limosna, la gente se burlaba de él. Al enterarse de ello su padre lo tomó por la fuerza y lo llevó a su casa; donde lo sometió a un riguroso ayuno de pan y agua, creyendo que así pondría fin a su desquiciamiento. A pesar de todo, Francisco dijo que “nada en el mundo lo haría renunciar a su nuevo método de vida”.
Antiguamente se tenía la creencia de que los azotes servían para aliviar la locura, de ahí que Pedro Bernardone golpeé a su hijo para obligarlo a volver a su vida de rico caballero. Obsérvese que san Francisco está atado a un cepo, instrumento de tortura, utilizado para exhibir al condenado en una plaza pública.
Antiguamente se tenía la creencia de que los azotes servían para aliviar la locura, de ahí que Pedro Bernardone golpeé a su hijo para obligarlo a volver a su vida de rico caballero. Obsérvese que san Francisco está atado a un cepo, instrumento de tortura, utilizado para exhibir al condenado en una plaza pública.