Levante es el término que designa a la costa mediterránea de Asia. Los historiadores y arqueólogos lo utilizan para referirse a un grupo de pueblos de la Antigüedad, culturalmente diferenciados de Mesopotamia y Egipto, que se asentaron en los actuales territorios de Siria, Líbano, Palestina, Israel, Jordania y Chipre. La agricultura y la domesticación de animales comenzaron a ser practicadas en la región alrededor del 7000 a.C. Se fundaron numerosos poblados, como Biblos y Jericó que se cuentan entre los más antiguos. En 6000 a.C. una crisis climática provocó el abandono de estos primeros asentamientos e impulsó la formación de grupos de pastores nómadas.
El Levante ha sido una zona comercial desde épocas muy tempranas. A través de diversas rutas unió a Egipto y Mesopotamia, potencias que se disputaron el control de este territorio durante siglos. Hacia el 3000 a.C. la región se dividió en reinos que en distintos momentos fueron vasallos de Egipto. En este mundo cosmopolita se desarrolló el pueblo hebreo que, procedente de Egipto, conquistó el territorio de Canaán hacia el 1300 a.C. Poco tiempo después los nómadas arameos invadieron el Levante y expulsaron a los pobladores autóctonos hacia la costa; éstos conformaron el pueblo fenicio que se convertiría en una potencia marítima con presencia en toda la costa mediterránea. Los pueblos del Levante fueron incorporados al Imperio persa tras la conquista de Babilionia en 539 a.C. Posteriormente, en el siglo I a.C., formarían parte del Imperio romano.