Cuando los franciscanos llegaron a Real de Catorce, construyeron pequeñas ermitas y los mineros decidieron donar una cantidad diaria y otra anual para construir la iglesia parroquial. Cuando el obispado de Guadalajara designo Real de Catorce como curato, pasó de los franciscanos, al clero secular. En 1800 se derrumbó la cúpula y un incendio consumió algunos altares. En 1807 se comisionó a Juan Crouset para reparar la iglesia. Diez años después fue su inauguración.