El único sitio que forma parte de nuestro pasado prehispánico en México, en donde tenemos evidencias tan claras del avanzado conocimiento astronómico de sus constructores es Xochicalco.

El observar los cielos en el pasado y con ello entender los movimientos de cada uno de los astros de mayor luminosidad y aplicarlo para su vida cotidiana significó para los constructores de Xochicalco, afianzar un conocimiento que seguramente les había sido heredado desde su partida de la gran Teotihuacan.

Al llegar al cerro Xochicalco, teniendo como límite natural el río Tembembe hacia donde se oculta el sol, fueron capaces de organizarse para trabajar colectivamente en la adecuación del cerro creando muros de grandes dimensiones, enormes espacios planos, rodeados por templos y basamentos, que utilizaron con diferentes funciones, desde la ritualidad, lo militar, la organización, protección y defensa de la ciudad. Construyeron hacia la parte sur de la ciudad indígena una muralla que cuidaba la entrada principal a la ciudad y excavaron fosos profundos, protegiendo la entrada secundaria dirigida hacia el oriente.

Dejaron como evidencia de su avanzado conocimiento astronómico sobre el movimiento anual del sol, un calendario de horizonte en la Plaza de la Estela de los Dos Glifos, el cual fue hecho con la construcción de un basamento de forma y medidas especiales, ubicado hacia el lugar en donde sale el sol, lo cual les permitió llevar a cabo el conteo diario del tiempo, previniendo la llegada de fechas significativas para la realización de ceremonias, pero más importante, para el proceso de la agricultura, es decir, preparación de tierras, siembra, limpieza de lo sembrado, llegada de la temporada de lluvias, y tal vez lo más preciado, el momento de la cosecha.

La capacidad de predecir los eclipses en la ciudad indígena de Xochicalco fue materializada de una manera ejemplar en el edificio de mayor importancia en la ciudad, el Templo de las Serpientes Emplumadas. En dicho edificio encontramos 8 serpientes emplumadas, labradas en roca volcánica con una maestría impresionante, en la cual se pueden observar sus penachos y barbas, un cuerpo ondulante cubierto de plumas entre las que se aprecian caracoles recortados (comúnmente encontrados en la zona del Golfo de México) y cuentas preciosas, ambos expresiones de lo sagrado. Entre los cuerpos ondulantes de las serpientes, en las fachadas ubicadas al norte, al sur y al oriente, se encuentran personajes con reconocibles características mayas, en posición de meditación. En las mismas fachadas de este edificio se encuentran también representados pero en la parte alta, personajes provenientes de lugares distintos, cuya característica que comparten es la observación del cielo (identificados por el tocado geométrico y anteojeras que portan, reconocidos comúnmente en el área de Oaxaca), por eso se determinan como contadores del tiempo, pero todos estos personajes acudieron a Xochicalco en un momento definido por los astros, un eclipse total de sol, el primero que posiblemente se observó desde esta ciudad indígena fue en el año 664 d. C., aunque existe una alta probabilidad de que los eclipses totales y anulares de sol y de luna posteriores, se predijeron y fueron vistos desde Xochicalco, de manera especial los eclipses de sol de los años 736, 743, 750, 790 y 797 d. C., siendo sin duda posiblemente el más espectacular el eclipse total de sol ocurrido el 16 de julio del año 790 d. C., y a su vez, haber sido el que motivó la construcción de tan emblemático edificio en una ciudad indígena de Xochicalco bien consolidada.

El registro de uno de los eclipses fue grabado en el Templo de las Serpientes Emplumadas con una mandíbula que está a punto de comer a un círculo divido en 4 partes que representa al sol, escena que se repite en tres fachadas. En la fachada poniente, las serpientes emplumadas se muestran con la cabeza encontrandose con su cola y están rodeando, de un lado, la representación del ajuste del calendario en donde se aprecia la acción de iniciar una nueva cuenta, sustituyendo con el cero la fecha “día 10 casa, año 6 caña” por la fecha “día 11 mono”; esto constituye uno de los más sorprendentes legados grabados en el sitio que se puede apreciar hasta el día de hoy.

La interpretación general del conjunto de relieves y la construcción misma del templo se resume en que, durante un eclipse total de sol visto en Xochicalco, se reunieron personas del área maya, de la costa del Golfo de México, de Oaxaca y de diversos lugares cercanos, para unificar la forma de contar el tiempo a través de su calendario.

Estas evidencias astronómicas junto con el Observatorio prehispánico de Xochicalco, una caverna natural que fue acondicionada por los constructores de la ciudad mediante un tiro vertical para poder realizar la observación de astros como el sol, la luna, planetas y constelaciones, conforman los valores patrimoniales de este sitio que parten desde su trazo arquitectónico, su magistral habilidad artística, su gran capacidad de ingeniería para conducir el agua, los avanzados conocimientos astronómicos y sus grandes capacidades defensivas aprovechando la ubicación natural durante un momento que fue socialmente complicado y que se conoce como Epiclásico mesoamericano, hace más de 1300 años. Dotando así de significado a la traducción heredada de Xochicalco en lengua Nahuatl, por los propios pobladores locales, como La Casa del florecimiento del saber.