Los monumentos arqueológicos que lo conforman abarcan poco más de un kilómetro cuadrado de extensión. El sitio presenta tres momentos de ocupación a lo largo de su historia: el primero, evidencia de ocupación humana la constituyen las pinturas rupestres localizadas en el sitio, las cuales son pinturas realizadas con pigmentos rojos, cuyos motivos son figuras humanas elaboradas en forma esquemática, así como manos y rostros; el segundo, es en el periodo Clásico (200-650), se trata de la ocupación principal del asentamiento, la de mayor extensión y que fecha la mayor parte de los monumentos del sitio, corresponde a una etapa de desarrollo local vinculada al sistema político, económico y cultural teotihuacano, para ese momento presenta en la arquitectura, cerámica e iconografía rupestre que se vincula a la cultura teotihuacana, en especial destaca la presencia de varias decenas de marcadores o cruces punteadas que tienen su origen en la ciudad de los dioses y que señalan el fuerte vínculo entre Xihuingo y el sitio arqueológico más importante del centro de México en el periodo Clásico, durante esta época se construyó el basamento conocido como "El Tecolote" del que se dice llegó a tener una extensión de 80 hectáreas; el tercer momento, es menor que el del periodo Clásico, se trata de un asentamiento disperso de los tiempos del Postclásico Tardío (1350-1519). La antigua ciudad de Xihuingo perdió jerarquía por lo que se convirtió en un sitio rural y satélite. Este sitio formó parte de Acolhuacan, una de las tres divisiones político territoriales prehispánicas del centro de México en tiempos previos a la Conquista española y que formara parte de la red de tributación del imperio Azteca centrada en México-Tenochtitlan.