Una breve reseña del paulatino conocimiento de Tacó, Tacoc, Tacóh o Tohcok, topónimo con el que se conoce al sitio prehispánico que nos ocupa, comienza en 1845 con el registro de lugares habitados en Yucatán (territorio que entonces ocupaba todo el ámbito peninsular) (Pérez 1999).
Tacoc era entonces una hacienda que fue perdiendo relevancia con el paso del tiempo (León 2010). Su ubicación fue después registrada en varios mapas de la segunda mitad del siglo XIX y ya en el siglo XX los investigadores norteamericanos Edwin Shook y Tatiana Proskouriakoff (1951) acuñaron el término Tohcok, con el que el INAH ha registrado a esta zona arqueológica ubicada en los 19° 46’ 13” de latitud Norte y 89° 52’ 30” de longitud Oeste. El sitio es atravesado por la carretera federal 261 que une Hopelchén con San Francisco de Campeche. (Fig. 1)
En caso de inclinarnos por el nombre de Tacóh, la traducción del nombre del sitio sería “La preciosa navaja de pedernal” o, si se prefiere, el locativo maya-nahua de Tacó haría referencia a “El lugar de la navaja de pedernal”. En ambos casos creemos que el nombre está relacionado con los restos de pintura mural que fueron registrados a mediados del siglo XX (y que ya no existen) donde se ve a un personaje sosteniendo un arma que lleva insertas varias navajas de pedernal.
Pintura mural
La escena central estaba dividida en dos secciones, en la superior mostraba a un personaje de pie en posición de danza, la mano derecha hacia arriba y con la izquierda sosteniendo un escudo redondo y un arma que lleva incrustadas cuatro navajas de pedernal. El cuerpo está pintado de color negro, lleva faldellín de piel de jaguar, una especie de cinturón, un elaborado tocado y un adorno en la parte posterior de las caderas; tenía garras de jaguar como pies y llevaba cola del mismo felino mientras que en las piernas se observan representaciones del signo kin. A sus pies se observa un brasero con picos (posiblemente una representación del tipo cerámico Oxkutzcab aplicado fechado entre el 800 y 1000 d. C.) sobre el que descansa en posición ventral un individuo desnudo, posiblemente la ofrenda a los dioses. Sobre esta pequeña imagen se observa un glifo identificado como T600, que ha sido relacionado con el “atado de cañas” de los mexicas y que se relaciona con el ciclo de 52 años cuando se enciende el fuego nuevo. En el registro inferior únicamente se conservaban algunos elementos florales y una especie de plumas atadas. Rodeando estas imágenes y separadas por dos líneas se ve una banda de glifos y en ellas el epigrafista Daniel Graña Behrens (2002) ha podido leer una fecha de cuenta corta: 12 (¿tun?) 2 ahau que puede caer en dos fechas probables: 9.15.12.0.0 (16 de julio de 743) o bien 10.8.12.0.0 (10 de septiembre de 999). La más acorde con la arquitectura y la cerámica del sitio es la segunda. (Fig. 2) En términos generales el personaje tiene cierto parecido con los individuos que se aprecian en los murales de Cacaxtla, Tlax. Sin embargo, el arma que porta es poco común y solamente hemos encontrado alguna semejanza con las armas de uno de los guerreros representados en los murales de Mulchic, Yuc.
Desafortunadamente, ya desde mediados de los 60’s Proskouriakoff, indicaba que no había rastros de la pintura mural y que la tapa de bóveda, aunque in situ, solamente presentaba algunas líneas y elementos glíficos en color negro sobre la superficie de estuco (Proskouriakoff, 1965). Actualmente la tapa de bóveda permanece in situ, pero sin ningún trazo reconocible de su decoración pintada.
Labores en el sitio
En algún momento entre 1951 y 1955 Raúl Pavón Abreu, del INAH, dirigió las primeras excavaciones, consolidando el sector sur del Edificio de las Jambas pintadas o Edificio 1. Esto se aprecia en las imágenes que se conservan de las visitas efectuadas por los investigadores de la Institución Carnegie de Washington en 1951 y 1955.
En esa época se arregló y asfaltó el camino carretero entre Campeche y Hopelchén, destruyendo varias plataformas prehispánicas sin conciencia del valor patrimonial del sitio arqueológico, mismo que se extiende varias hectáreas alrededor del sector que hoy se visita.
George Andrews, arquitecto de la Universidad de Oregon, visitó por primera vez el sitio en 1974 y realizó un primer croquis del Edificio de las Jambas pintadas en 1983, rebautizándolo como Estructura 1 (Andrews, 1997) (Fig. 3). Efectuó varios reportes detallados de la arquitectura aún en pie, señalando que en ese asentamiento existe una combinación de rasgos arquitectónicos de las regiones Chenes y Puuc.
En 1995 la arqueóloga Renée Zapata, del INAH, realizó una breve temporada de conservación del Edificio 1. A partir de esa fecha el Ayuntamiento de Hopelchén se ha hecho cargo de la limpieza y custodia del sector visitado. En 1998 el austriaco Karl Herbert Mayer visitó el sitio y registró algunas esculturas antes desconocidas.
En 2011 y 2013 la arqueóloga Sara Novelo y el suscrito excavaron la Estructura 2, añadiendo así nueva información arquitectónica, iconográfica y cronológica del asentamiento. Ahora sabemos que este conjunto arquitectónico de Tohcok se desarrolló fundamentalmente entre los años 600 y 900 de nuestra era, tuvo su auge entre 900 y 1000 para luego desaparecer gradualmente en el 1200 d.C.
El asentamiento prehispánico
Los vestigios arqueológicos se distribuyen a ambos lados de la carretera; algunos conservan muros y partes de arcos abovedados en pie; otros se han derrumbado y sólo se aprecian como montículos. El grupo arquitectónico abierto al público ha sido denominado Grupo Central y sólo se ha realizado el registro detallado de dos edificios que limitaban un patio.
El edificio de las Jambas Pintadas o Estructura 1 se encuentra en el lado poniente y sólo ha sido explorado parcialmente, registrándose cuatro habitaciones en su extremo sur y dos aposentos en el lado norte. Su sector central es un núcleo sólido que servía de base a otras crujías ubicadas en la parte superior. La escalinata del lado oriente cuenta con un pasillo abovedado que corre de norte a sur. El Edificio 1 fue una construcción palaciega de dos niveles. En su costado poniente hubo otra escalinata que conducía a dos habitaciones erigidas arriba (Fig. 4). Las dimensiones generales del Edificio 1 son 40 metros de largo por 20 metros de ancho. Pudo haber alcanzado una altura promedio de 8 metros. Detalle interesante es la combinación de entradas sencillas con entradas tripartitas formadas por columnas monolíticas.
Por su parte, la estructura 2 se encuentra al oriente de la anterior. Ahí pueden verse una plataforma cuadrangular, de nueve metros de largo, con escalinatas al este y al oeste (Fig. 5). Tiene tres mascarones en el costado sur; uno al centro y uno en cada esquina. Los motivos de las esquinas se prolongan hacia el norte y finalizan al llegar a las escalinatas angostas (Fig. 6). Por desgracia, las imágenes fueron saqueadas y parcialmente destruidas en sus sectores medio y alto. Los elementos que conforman el mascarón central son similares a los de las esquinas y sus características indican que se trata de representaciones de la Serpiente Acuática, entidad mítica asociada con el renacimiento de los grandes señores.
Otros elementos simbólicos y decorativos se agregaron en los costados oriente y poniente del aposento que se encuentra inmediatamente al norte de la plataforma. Allá también vemos mascarones de los que surgen guías con flores y de algunas brotan cabezas humanas, indicando así el renacimiento vegetal humanizado, es decir el nuevo arribo del dios del maíz (Figs. 7 y 8).
Un detalle interesante es el hallazgo de pintura mural en el sector suroeste de la habitación ubicada al norte de la plataforma antes comentada. Los trazos fueron elaborados en color rojo y muestran a un personaje sentado, con rostro de ave, frente a dos bultos. El atado del extremo derecho soporta un canasto lleno de frutos. La escena recuerda imágenes que después serían representadas en los códices mayas (Fig. 9).
Al norte de la plataforma hallamos un aposento con entrada única por el norte. Se llega a él a través de un pasillo que comparte con otro aposento con acceso por el sur. Llama la atención que ambas habitaciones y el pasillo que comparten estuvieron techados con arco falso terminado en punta, es decir sin piedras clave o tapas (Figs. 10 y 11). Esta variante de la bóveda maya también ha sido reportada en sitios como Yaxché-Xlabpak, Edzná y Sayil.
Dentro de este aposento sur las excavaciones permitieron recuperar una cabeza de piedra (Fig. 12) algunos de los bloques de las paredes que estuvieron pintados con imágenes de diversas personas. Fueron realizados con trazos sencillos logrados con carbón. Debieron ser hechos por aprendices de dibujantes o pintores (Fig. 13). También se recuperó una huella de mano marcada con pintura roja. Otro detalle de la entrada del aposento sur es que contó con cortineros, es decir aditamentos interiores para evitar el paso de luz o la visibilidad al interior. Fueron elaborados cortando pequeñas muescas de dos a tres centímetros de anchura en el borde de los sillares. Ello permitía pasar sogas o cordeles para suspender telas o pieles.
En el aposento norte se registraron dos nichos en la pared norte. También se recuperaron dos argollas de piedra que alguna vez estuvieron empotradas en las partes altas de los muros laterales y que sirvieron para colgar o suspender diversos objetos. Estas piezas son comunes en edificios de la región del Puuc.
Temporalidad
Los acabados arquitectónicos de ambas estructuras exploradas indican una fusión de rasgos Puuc con elementos de la arquitectura Chenes. Esta mezcla de estilos arquitectónicos se debe a que Tohcok se encuentra en la zona transicional Chenes-Puuc. De acuerdo a la información arqueológica de su desarrollo esta mezcla de elementos se presenta entre el 770 y el 830 d.C. Sin embargo, la presencia de elementos arquitectónicos del estilo Mosaico nos lleva a pensar que el sitio continuó siendo habitado, cuando menos hasta el año 1000 de nuestra era. La cerámica y los datos epigráficos hasta ahora conocidos de Tohcok indican que precisamente durante ese período ocurrió el apogeo del asentamiento. Después se desintegró política y económicamente a lo largo del periodo Posclásico.