Cruzando el río San Bernardino desde el pueblo de San Luis Huexotla, siguiendo un camino de terracería que conduce a Coatlinchán, se encuentra el Templo Circular de Huexotla, que presenta dos etapas constructivas, como queda de manifiesto con las diferencias en la alineación de las escalinatas. Tiene un diámetro aproximado de 47.7 m y una altura de 4 m. Hacia el este se proyecta la escalinata de 2 m por 10 m, flanqueada por alfardas. Al centro se observa otra alfarda, que corresponde a la primer etapa constructiva.
La alineación astronómica es diferente con respecto a otras construcciones que componen un asentamiento prehispánico. Durante sus exploraciones en Huexotla, Leopoldo Batres (1904) registró cambios en la alineación de diferentes monumentos e insistió en la hipótesis de que existía la superposición de cuerpos. García y Díaz (1979-80) constataron dos etapas constructivas en la escalinata del Templo Circular. A partir de los restos cerámicos, Teresa García (1987) fecha la primer etapa entre 1150-1350 d.C. y, la segunda, entre 1350 y 1515 d.C. Tomando estas fechas, Ivan Šprajc propone que los cambios en la alineación corresponden a diferentes referencias astronómicas. La primera etapa, relacionada con Venus vespertino, se orienta hacia el pico Tres Padres, que marca el máximo extremo norte de Venus. La segunda etapa, referenciada con el Sol alineado con el Cerro Petlécatl, coincide con la puesta del sol el 6 de mayo y el 7 de agosto. La hipótesis respecto a la referencia a Venus es reforzada por el material arqueológico que Batres descubrió en el templo: “fragmentos de un enorme ídolo de barro que llevaba por tocado cinco flores puestas en la frente en sentido horizontal” (Batres, citado por Šprajc, 1998: 80). Además, “los joyeles de viento, motivos predominantes en la cerámica encontrada en la zona aledaña por Batres, confirman esta asociación, que apoya la hipótesis de la orientación venusina”.
Se ha podido determinar que los basamentos circulares en la zona centro de Mesoamérica se orientan hacia el este o, en el caso de la zona maya, hacia el oeste.
Por otra parte, los templos fueron representados en cerámica y en pequeñas “maquetas”, así como en códices, además de ser descritos en documentos coloniales, lo que permite saber que tuvieron techos cónicos de paja.