Una ciudad maya del Posclásico Tardío
Durante muchos años, la exploración e investigación de los sitios del Posclásico Tardío ubicados en la costa oriental del actual estado de Quintana Roo fueron desdeñadas debido a que sus construcciones no tienen la magnificencia de las de periodos anteriores, y a que se pensaba que los mayas de los tiempos posteriores habían caído en decadencia después del “colapso” de los siglos IX y X. Sin embargo, recientes investigaciones y nuevas posturas interpretativas han mostrado que la sociedad posclásica, de la que formó parte San Miguelito, fue de una gran complejidad y eficiencia productiva.
Las exploraciones realizadas en el sitio por Sandra Elizalde en los años 2011 y 2012, permitieron conocer a detalle las características de un sitio de enorme interés para el conocimiento de la historia posclásica de la costa oriental, puesto que se excavó un importante número de estructuras de función habitacional, así como residencias de élite, edificios administrativos y un basamento piramidal que, en conjunto, constituyen el componente principal de los asentamientos mayas del noreste de la península de Yucatán durante la etapa que va de 1300 a 1550.
Es interesante mencionar que San Miguelito pareciera estar formado por dos sectores, uno exclusivamente habitacional, localizado en el área norte del asentamiento, y otro ubicado al sur, con edificios residenciales de mampostería, recintos administrativos, construcciones religiosas y un basamento que pareciera estar más relacionado con las estructuras de la zona arqueológica de El Rey que con las del resto del propio San Miguelito. Dichos elementos parecen indicar que la configuración interna del lugar corresponde a varias etapas, todas dentro del Posclásico Tardío. De ser correcta esta hipótesis, las construcciones del vecino sitio de El Rey y la primera fase del basamento de San Miguelito habrían sido las estructuras más antiguas del asentamiento. Poco después se levantarían el palacio, los edificios de élite y, finalmente, las plataformas habitacionales del sector norte, que sostenían casas de materiales perecederos.
Lo anterior no significa que las áreas más antiguas a esta zona arqueológica hubieran quedado abandonadas. Por el contrario, creemos que la totalidad del sitio estuvo habitado hasta el final de su ocupación prehispánica, y que sus pobladores realizaron diversas adaptaciones a las estructuras, reutilizando y desmantelado partes de ellas para adecuarlas a las cambiantes circunstancias y el crecimiento de la población. La gran cantidad de moluscos, huesos de tortuga y pesas de redes para pescar encontrados en las plataformas habitacionales del sector norte de San Miguelito, muestran que sus habitantes tuvieron una fuerte dependencia de los productos marinos para garantizar su subsistencia (Elizalde, 2015). Sin embargo, el análisis bioantropológico efectuado por Allan Ortega (2016) pareciera indicar un deterioro en las condiciones de salud, especialmente de los más jóvenes, así como un importante desgaste en los adultos, por estar sometidos a una dura de vida de trabajo. Debido a que la mayor parte de los entierros con estas características fueron recuperados en el sector norte del sitio, es probable que estas unidades domésticas hayan sido construidas cuando los españoles ya se encontraban en la península, lo que explicaría el deterioro en la calidad de vida de sus habitantes y la presencia de una navajilla prismática elaborada con tecnología prehispánica, pero empleando vidrio europeo como materia prima (Elizalde, op cit).
Tomando en cuenta estos elementos, la visita a San Miguelito resulta enormemente enriquecedora y motivadora para continuar investigando un periodo de la historia de los antiguos mayas que, lejos de ser decadente, resulta de enorme interés para entender la estructura social y económica de la civilización maya al momento de la Conquista, así como las respuestas que sus habitantes dieron a los fallidos intentos de sometimiento y colonización europea.