Es el conjunto más conocido de Cuicuilco y al que debe su nombre la totalidad del sitio. Está conformado por el Gran Basamento Circular, los Altares, Kiva, Edificio E-1, y la Estela.
INAH-Zona Arqueológica Cuicuilco
Edificio construido entre 800 y 150 a.C. mediante ampliaciones sucesivas, de las que conocemos al menos ocho. Su enorme superficie permitió la asistencia de grandes grupos de personas a ceremonias religiosas en la parte superior del basamento. Las dos rampas de acceso, ubicadas al oriente y al poniente, están alineadas con los equinoccios, al igual que los altares centrales que datan de diferentes épocas. Formado con piedra volcánica sin labrar, de más de 30 kg, unida sin mortero de cal, que rodea un núcleo central de tierra compactada de 110 m de diámetro y 25 de altura.
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Estructura con funciones ceremoniales, construída hacia 150 a.C. con grandes lozas de piedra volcánica, llamada andesita, y cantos de río. El interior fue decorado con diseños lineales pintados con rojo de hematita (óxido de hierro), lo que lo hace uno de los ejemplos más tempranos de pintura arquitectónica.
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Aquí se encontró un entierro que contenía, además del esqueleto, una ofrenda con objetos cerámicos, un collar y dos figurillas que representan a un hombre y a una mujer. Su construcción data del periodo Preclásico Tardío (400 a.C.-200)
En la mitad Sur se observa la plataforma de un edificio anterior, más pequeño, el cual fue cubierto al construirse el E-1.
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Se ubica al sur del Gran Basamento. Se trata de un monolito de adesita, de casi 4 m de altura con forma de prisma rectangular. En la cara norte presenta motivos labrados que constituyen uno de los registros ideográficos más tempranos conocidos. En la parte superior se observa una serie vertical de tres rombos y debajo dos series paralelas de ocho círculos convexos. Al parecer La Estela es la primera representación conocida del axis mundi (el eje del mundo), elemento sagrado que se ubica en el centro del mundo y comunica los tres planos del universo: el inframundo, la superficie terrestre y los cielos.
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Al centro de cada una de las superficies correspondientes a las ampliaciones o épocas del Gran Basamento, se localizaron altares semirectangulares de baja altura, entre 0.40 m y 1.30 m sobre un eje este-oeste. Dichas construcciones estuvieron protegidas por adoratorios de material perecedero. Cuatro de los altares pertenecen a las tres primeras etapas constructivas del edificio, son de tierra compactada y pintada con pigmento rojo (cinabrio), elemento de gran importancia ceremonial. El quinto altar está hecho de cantos de río y el último posiblemente de piedra volcánica. Se ha demostrado la existencia de varios altares más, aunque sólo se ha explorado la mitad superior del edificio.