Pieza
Osario
40 a. C.-6 d. C
Piedra caliza



Osario
INAH - MNC / Archivo
Cuando alguien moría en Jerusalén o sus alrededores, los judíos depositaban el cuerpo del difunto –ungido con perfumes y aceites y envuelto en una tela- en el nicho de una cueva funeraria. Después de un año, los huesos se retiraban del nicho y se guardaban, junto con los de sus familiares, en recipientes denominados osarios. Estos cofres se elaboraban tomando en cuenta la longitud del fémur, el hueso más largo del cuerpo. Se decoraban con motivos geométricos y vegetales; algunos presentan el nombre del difunto inscrito en arameo, hebreo o griego.

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