La cerámica producida en Puebla durante el siglo XVII era similar a la mayólica proveniente de España, loza conocida también como talavera por producirse en el pueblo de Talavera de la Reina. Se caracteriza por su esmalte de plomo con óxido de estaño como aditivo, que proporciona una superficie blanca y opaca, apta para aplicar los motivos ornamentales policromos antes del horneado.
No obstante, desde mediados del siglo XVII y hasta fines del XVIII, la talavera recibió un importante influjo de la admirada porcelana china, al grado que el gremio de artesanos poblanos incluyó en su reglamento de 1653, un inciso exhortando a los ceramistas a imitarla en sus formas, motivos, colores y acabados. Las piezas preferidas fueron los jarrones, tibores, tazones y platones. En ellas destacan los motivos chinos con un medallón central, el borde y el cuerpo de los objetos dividido en paneles, donde se alternan o repiten ilustraciones de flora, fauna y paisajes.