Esta obra está basada en la iconografía de la Virgen de la Misericordia, introducida por Cesario de Heisterback, quien en un éxtasis tuvo una visión en el cual aparecían los monjes cistercienses bajo el manto abierto de María, aludiendo a la misericordia que la Virgen tuvo para con sus hijos favoritos. (1)
En este lienzo, la Virgen aparece al centro, mientras que su amplio manto, sostenido por dos angelitos, se despliega sobre los personajes que aparecen a sus lados. Se observa al profeta san Elías, que viste el hábito carmelita, orden que lo considera su fundador; sostiene la espada flamígera, atributo con que se le representó frecuentemente desde el siglo XVII. También se ve a san Anastasio, monje oriental de la orden de san Basilio, pero considerado santo carmelita, quien viste el hábito de la Orden y en su frente se observa la huella de su martirio. San Francisco de Ceas porta la corona de espinas; san Alberto de Sicilia lleva una vara de azucenas como atributo personal. Santa Teresa de Ávila, viste el hábito marrón con toca blanca, velo negro y manto blanco de las carmelitas descalzas; entre sus manos sostiene los atributos que la identifican como doctora de la Iglesia. Santa María Magdalena de Pazzi, que incorrectamente aparece como María Magdalena de París, sostiene en su mano derecha la cruz, el hisopo y la lanza; va tocada con la corona de espinas que le fue impuesta por Cristo. Santa Eufrosina porta la palma como símbolo de victoria, y por último aparece santa Eufrasia, quien fue martirizada a finales del siglo XVIII en Compiegne, Francia.
La Virgen presenta la novedad de no tener a su Hijo, al que por lo general sostiene entre sus brazos.
(1) Manuel Trens, María, Iconografía de la Virgen en el arte español, pp. 257.