El excelentísimo doctor don Próspero María Alarcón y Sánchez de la Barquera nació en la ciudad de Lerma, Estado de México, el 29 de julio de 1825 y murió en la capital en 1908. Según su biógrafo, el señor canónigo don José Ordoñez, su niñez fue difícil, ya que siendo aún muy pequeño murió su padre, don Francisco Alarcón. Estudió latín en Amecameca y en 1842 pasó a la universidad como colegial del Seminario de México. En 1855 se ordenó sacerdote, y después de ser cura de Santa Ana de Querétaro, entró al cabildo de Guadalupe, siendo su capitular hasta 1864. Posteriormente entró al cabildo de la catedral, en donde pasó por las dignidades de maestrescuela, chantre y arcediano, y llegó a ser deán en 1885. Fue profesor, vicerrector del seminario, vicario general y vicario capitular a la muerte del señor Labastida, en 1890. En 1895 fue preconizado arzobispo de México. Su gestión se distinguió principalmente por su espíritu de conciliación, contribuyendo ampliamente a la llamada "política pacífica" del porfirismo. Fue un hombre de gran pragmatismo aunque nunca quiso reconocer el imperio de Maximiliano, lo cual lo hizo muy popular dentro del partido de los liberales. Asistió al Concilio Plenario de la América Latina, y en 1895 coronó a la Virgen de Guadalupe por delegación pontificia. Asimismo, logró instituir una universidad pontificia y trabajó por la enseñanza pública fundando muchas escuelas, hasta donde lo permitía la legislación vigente. En la formación de su clero puso gran empeño y comenzó el edificio de su seminario, que no logró ver terminado.
En esta pintura aparece sentado, viste sotana negra ribeteada en color rojo, lleva solideo y, en el pecho, la cruz pectoral. Sostiene en la mano izquierda un libro.
Francisco Sosa, El episcopado mexicano, t. II, pp. 238- 242.
Diccionario Porrúa de historia, biografía y geografía de México, p. 41.