Se trata del retrato de la niña María de la Concepción Moreno y Vázquez, quien murió a la edad de un año, cuatro meses y tres días, aunque como era costumbre en este tipo de imágenes, la niña representa más edad. (1)

En un cuadro rectangular aparece casi de frente y visible hasta la cintura, con la manita derecha levantada, como si fuera a bendecir, y la otra, cerca del pecho; dirige la mirada hacia el espectador. Lleva el pelo corto con un mechón sobre la frente y un vestido de cuello redondo y mangas cortas, color verdoso, con adornos cafés y blancos, con un moño en el cuello y unos botones. También pueden observarse arracadas en sus orejitas.

Desde la época colonial se comenzó en México el ritual de pintar a los niños que abandonaron la vida terrenal como recuerdo y homenaje a "los angelitos", y a partir del siglo XIX esta costumbre se intensificó y se desarrollaron diversas modalidades iconográficas para representar la muerte de los niños. (2) Entre estas modalidades estaba precisamente la de presentarlos vivos, haciendo énfasis de la individualidad del rostro y representando algún gesto religioso o celestial, como el de la niña María Concepción Moreno. 

(1) Gutiérrez Aceves, "Imágenes de la inocencia eterna", en El arte ritual de la muerte niña, Artes de México, núm. 15, p. 44.

(2) Ibídem., p. 46.