Las religiosas carmelitas de la Nueva España observaban los estatutos de la orden fundada en Europa y reformada por santa Teresa de Ávila (1515-1582) en el siglo XVI. Como toda orden contemplativa, la oración ocupaba la mayor parte de su tiempo y los votos a los que se comprometían eran obediencia, castidad y pobreza. La falta de cualquiera de estos preceptos era castigada con gran severidad.
En esta pintura de forma rectangular puede observarse una religiosa carmelita de cuerpo entero, de pie sobre un piso enlosado, y con fondo gris. Viste el traje de la orden: hábito y escapulario color café, manto blanco, toca igualmente blanca y velo negro; sobresalen sus pies con medias gruesas blancas y calzando huaraches. Está de tres cuartos de perfil izquierdo, con la cabeza levemente inclinada y la mirada baja. Sostiene con la mano derecha una vela adornada con gran cantidad de rosas que hacen juego con el adorno de la corona que lleva sobre la cabeza. En su escapulario destaca, a la altura del pecho, un águila bicéfala que enmarca el escudo carmelita.