Pintura apaisada que retrata a sor Martina Francisca, monja concepcionista, en su lecho de muerte. La religiosa yace ricamente ataviada; su cabeza reposa sobre un almohadón blanco adornado con crespones de luto. Su hábito es negro, recamado con adornos en dorado. Ciñe su cabeza una corona profusamente adornada con flores blancas y rojas, y sobre su pecho se distingue un escudo del que sólo se aprecia la Virgen María al centro, a Dios Padre y a un angelillo. Sobre el hombro izquierdo de la religiosa descansa una palma ricamente adornada con diversas flores; en sus manos entrelazadas sobre el pecho lleva un ramo de azucenas.
Es interesante señalar que Carrillo y Gariel llama "pinturas efímeras" a las efigies de monjas en su lecho de mortuorio, probablemente porque debieron ejecutarse con extraordinaria rapidez.