A la izquierda de esta obra se aprecia a san Ignacio de Loyola de rodillas escribiendo con una pluma de ave, ante una mesa cubierta con tela blanca sobre la que se encuentra una escribanía con dos plumas de ave y un pliego blanco. Viste hábito y capa negros, y sobre su cabeza se observa una lengua de fuego. Sobre la mesa aparece también la figura de la Virgen María sentada sobre un trono de nubes con tres querubines a sus pies, vistiendo túnica color de rosa, manto azul y un velo de gasa en el cuello. Sentado en las nubes se encuentra Jesucristo con la cruz en su mano derecha. A su izquierda se aprecia la figura de Dios Padre como un anciano barbado, con túnica blanca y manto color ocre; apoya su mano y antebrazo izquierdos en un orbe; con la diestra sostiene el cetro. Entre estas dos últimas figuras se encuentra volando una paloma blanca de cuyo pico sale un haz luminoso hacia la cabeza del santo. En el ángulo superior izquierdo se aprecian las figuras dedos angelitos y dos querubines entre nubes.
Esta escena nos remite a la historia de la vida de san Ignacio de Loyola en los momentos en que escribió las Constituciones de la Compañía de Jesús. Él mismo narra con su autobiografía que la redactó reflexionando a lo largo de varios días en los que tuvo visiones que interpretó como confirmación de alguna de las Constituciones. En ocasiones veía a Dios Padre, otras veces a las tres personas de la Trinidad, y otras a la Virgen, que a veces intercedía y a veces confirmaba.
Este cuadro, que cuenta con el no. 23 como el asignado en la serie, perteneció originalmente a la Casa Profesa de México. Pasó después a formar parte de la colección de los P.P. del oratorio de San Felipe Neri, quienes la cedieron a la Compañía de Jesús. Los jesuitas la donaron el 12 de agosto de 1970 al Museo Nacional del Virreinato.
Obras Completas de san Ignacio de Loyola, pp. 67-160.