Al centro del óleo se ven las figuras de san Ignacio de rodillas y uno de sus compañeros tendido en el suelo, ambos vestidos con túnica negra. Están siendo apaleados por dos hombres vestidos con ropajes moriscos. Al fondo, la portada de una iglesia y otros elementos arquitectónicos. A la izquierda del óleo, otra escena en la que el santo se eleva en medio de un resplandor y es observado por dos personas. Estas escenas nos remiten a la vida de san Ignacio de Loyola, posiblemente cuando era alumno de maestre en Ardevoll, por el año de 1526. En el convento de Nuestra Señora de los Ángeles, las hermanas tenían por costumbre admitir caballeros galantes hasta en la celdas de las religiosas. Iñigo se dirigió al convento y habló allí con fuerza evangélica. Sus pláticas convirtieron a las religiosas frívolas y las hicieron romper con sus cortesanos. En venganza, éstos colocaron a un criado encargado de espiar los pasos del convertidor. Apenas vio a Iñigo, el criado se adelantó, lo cubrió de injurias y le dio de bofetadas y bastonazos con tal violencia, que el santo cayó por tierra medio muerto.
Este cuadro, cuyo número de serie es 9, perteneció originalmente a la Casa Profesa de México, pasó después a formar parte de la colección de los P.P. del oratorio de San Felipe Neri, quienes la cedieron a la Compañía de Jesús. Los jesuitas la donaron el 12 de agosto de 1970 al Museo Nacional del Virreinato.
Pablo Dudon, San Ignacio de Loyola, p. 113.