En esta obra se encuentra, al centro de la composición, la figura de un hombre barbado maduro, sentado sobre nubes, que mira hacia el frente. Recarga su cuerpo sobre el canto de un libro abierto que descansa sobre sus piernas, y con la mano derecha sostiene una pluma de ganso. A su lado izquierdo se aprecia la figura de un toro alado. El libro y la pluma de ganso que porta el personaje nos permiten identificarlo como uno de los evangelistas, y el toro alado nos habla de san Lucas, ya que éste es el tetramorfo que lo identifica. Tres breves notas en las Cartas de san Pablo son las únicas noticias que los textos bíblicos nos presentan sobre san Lucas: un sirio de Antioquía y autor del tercer Evangelio y los Hechos de los apóstoles. Por sus apuntes de viaje, es decir, por las páginas de los Hechos..., en los que Lucas habla en primera persona, podemos reconstruir parte de su actividad misionera. Fue compañero y discípulo de los apóstoles. Era médico, lo que nos hace suponer que se dedicó mucho tiempo al estudio. El estilo literario de su Evangelio, en griego sencillo, limpio y rico en términos que los demás evangelistas no manejan, denota una amplia formación cultural. Lucas es el evangelista que se preocupó por descubrir físicamente a Jesús. Es el biógrafo de la Virgen y de la infancia de Jesús, por lo que se supone que conoció personalmente a la Virgen. Además, nos advierte que hizo muchas investigaciones respecto de la vida de Jesús con quienes fueron testigos oculares. Siguió a san Pablo hasta su martirio. No se casó ni tuvo hijos. Murió a los 84 años de edad en Beocia.
Esta obra ocupaba una de las pechinas de la cúpula del templo de San Francisco Javier de Tepotzotlán. Fue removida en 1994 para su restauración y actualmente se exhibe en el antecoro del mismo templo.
Mario Sgarbossa y Luis Giovanninni, Un santo para cada día, p. 400.