San Vicente Ferrer nació el 23 de enero de 1357 en Valencia, España. Concluidos sus estudios, a los 17 años de edad, ingresó a la orden de santo Domingo. En el convento impartió clases, entre otras materias, de filosofía, y publicó su tratado de Las suposiciones dialécticas. Enfermo en Aviñón, en donde trabajaba con el Papa, fue atacado por una dura fiebre, y en uno de sus letargos creyó ver a Jesucristo acompañado de santo Domingo y de san Francisco, y que Dios le indicaba dejar la corte de Benedicto XIII y volver a sus funciones de predicador del Evangelio. Cuando sanó, decidió cumplir lo que Dios le solicitaba, no lo disuadió incluso el ofrecimiento de Benedicto de nombrarlo obispo de Valencia.
En esta obra, el santo está representado de medio cuerpo y en actitud de bendecir con la mano derecha. Viste el hábito dominico y porta en la mano izquierda un crucifijo, símbolo de su predicación de la palabra de Cristo, y unas azucenas, que nos remiten a su pureza. Por último, presenta también alas, pues es uno de los santos seráficos.
Mariano Galván, Año cristiano.