En los días intermedios entre la Ascensión y Pentecostés, san Pedro, inspirado por Dios, viendo que con la traición de Judas quedaba incompleto el número de los 12 apóstoles, propuso que se designase uno en su lugar que hubiera seguido al Señor durante todo el tiempo de su vida pública para que pudiera dar testimonio de su resurrección. Dos fueron presentados: José Barsabás, apellidado el Justo, y Matías. Los dos candidatos parecían igualmente dignos, así es que dejaron la elección en manos de Dios, quien les inspiró un procedimiento usado con frecuencia en la antigua ley, el de las suertes. Cayó la suerte sobre Matías, quien fue asociado al colegio apostólico. De las condiciones que san Pedro exigía en los candidatos, se deduce que san Matías siguió a Jesús "desde el bautismo de Juan hasta la Ascensión". También se sabe que Matías fue crucificado y su cuerpo está sepultado en la iglesia de Santa María la Mayor en Roma, en un sarcófago de pórfido, y que la cabeza que se muestra a los fieles en el mencionado templo es suya.
En esta obra san Matías viste la túnica y el palio, al igual que los demás apóstoles, y como atributo personal lleva una hacha o alabarda, en alusión a su martirio.
Enciclopedia universal ilustrada, p. 976, t. 33.