Jesuita y compatrono de la ciudad de Nápoles, nació en 1642 en La Grottaglie, en el seno de una piadosa familia. A los 11 años ingresó en una congregación de eclesiásticos llamada por el pueblo "la Comunitá". A los 16 años ingresó al colegio de la Compañía de Jesús, en donde estudió filosofía y, con dispensa pontificia por su edad, recibió el sacerdocio de manos del obispo Sánchez de Herrera el 18 de marzo de 1666. Cuatro años después fue admitido en la Compañía de Jesús y vivió durante un tiempo en la Casa Profesa de la ciudad de Nápoles, dedicado a preparar las comuniones generales en el templo de Jesús Nuovo. En 1678 se le encomendaron las misiones de Nápoles, entregándose a la predicación y a la práctica de los Ejercicios Espirituales de san Ignacio, sin desatender a los presos y los enfermos.
San Francisco tenía la gracia de las curaciones, de profecía y aun de resurrección de algunos muertos, usando comúnmente el aceite de la lámpara de san Francisco Javier o la reliquia de san Ciro, cuya devoción propagó por todo el reino de Nápoles. Según lo había predicho, murió el 11 de mayo de 1716, a los 74 años de edad y 46 de religioso. Fue beatificado por Pío VII en 1806 y canonizado por Gregorio XVI en 1839.
El santo viste en este lienzo el hábito propio de la orden; negro y alzacuellos blanco; sus manos se cruzan sobre el pecho. Al fondo de la pintura aparece el emblema jesuístico.
Enciclopedia universal ilustrada, t. 24, p. 1045.