Franciscano, taumaturgo y gran predicador, nació en el seno de una familia noble cerca de Portugal y murió en Padua en el año de 1231, a los 36 años de edad. Fue canónigo regular en Coimbra; posteriormente se unió a la orden Franciscana. Vivió en una gruta cerca de Forti, en Italia, que sólo abandonaba para asistir al coro y barrer la casa, hasta que un día debió reemplazar a un predicador; lo hizo tan bien, que de inmediato fue enviado a catequizar a toda Italia y a las ciudades Francesas de Toulouse, Arles y Montpellier, entre otras. Sin embargo, su carrera como orador sólo duró nueve años, pues murió al cabo de este tiempo. Gregorio IX lo canonizó al año siguiente de su muerte, el 30 de mayo de 1232. Sus atributos personales y frecuentes son: una azucena, el libro abierto y la imagen del Niño Jesús, en recuerdo a sus visiones. Siempre se le representa con en hábito de la orden, pardo y gris oscuro, ceñido con el cordón franciscano, siempre joven y con una amplia tonsura monacal.
Esta obre representa la peculiaridad de que la vestimenta, halos y flores se encuentran enriquecidos por la aplicación de concha nácar.
Juan Ferrando Roig, Iconografía de los santos, p. 47.
Gastón Duchet-Suchaux, The Bible and the Saints, pp. 38-39.