En esta obra se observan tres momentos diferentes de la vida de san Ignacio. La escena del lado izquierdo representa a san Ignacio obsequiando sus vestidos a un pordiosero, suceso que tuvo lugar en el año de 1522. (1) En el eje central aparece la figura del santo en oración frente a la cueva de Manresa. Sobre la boca de la cueva se ve la imagen de la Virgen del Populo. Esta escena se refiere al pasaje que narra: "El espíritu de sacrificio lo llevó [a san Ignacio] a habitar en una grieta vecina a la ciudad, tenía 26 palmos de longitud, 8 de anchura y 16 de altura y cuyo suelo estaba más bajo que el exterior". (2) La escena se ve enriquecida por dos ángeles volando sobre la cueva y que sostienen una filacteria sobre la cual se lee: "DONUM CASTI TATIS", o sea "Dadme castidad".
La tercera escena narra el pasaje del encuentro con el moro, el cual, según su biógrafo, sucedió así: "Iba, pues, nuestro Ignacio su camino, como dijimos, hacia Monserrate y topó acaso con un moro... Comenzaron a andar juntos, y a trabar plática, y de una en otra vinieron a tratar de la virginidad y pureza de la gloriosísima Virgen Nuestra Señora. Concedía el moro que estaba bienaventurada Señora había sido virgen antes del parto y en el parto... pero decía que no había sido así después del parto...Ignacio procuró con todas sus fuerzas de desengañar al moro... pero no lo pudo..., antes se fue adelantando el moro dejándolo solo y muy dudoso". (3) Estuvo san Ignacio largo tiempo sin saber qué debía hacer. La solución que encontró fue dejar suelta su mula hasta llegar a un pueblo cercano a donde se dirigía el moro y el otro era un camino real. Quiso Dios que la mula tomara por el camino real y que del moro se perdieran las huellas.
(1) Francisco de la Maza, El pintor Cristóbal de Villalpando, p. 228.
(2) Pedro de Ribadeneira, Vida de san Ignacio de Loyola, p. 34.
(3) Ibídem.