La obra muestra los tres momentos más significativos de la muerte de san Ignacio. En la escena que se encuentra al fondo de la composición principal, la luz divina le anuncia su próxima muerte. En el primer plano se representó el instante del fallecimiento del santo, cuya alma asciende al cielo custodiada por ángeles, mientras que de la Gloria caen flores como símbolo de alegría. El santo aparece en su lecho rodeado por ocho compañeros y se hace alusión al Sacramento de los Santos Oleos por el acetre que se ve en el suelo, y el frasco y la pluma que aparecen sobre la mesa.
La escena del extremo derecho de la obra -separada de la principal por una columna- presenta al santo depositado en un humilde túmulo en la capilla de una iglesia y rodeado por algunos caballeros, clérigos y gente del pueblo, entre los que no faltan figuras infantiles, como en otros lienzos de esta serie.
San Ignacio de Loyola murió el 31 de julio de 1556 en Roma a la edad de 65 años. Sus restos fueron depositados en un humilde túmulo a la derecha del altar mayor de la iglesia de Jesús, en Roma. (1)
Esta obra forma parte de una serie realizada para el antiguo colegio jesuita de Tepotzotlán.
(1) Pedro de Ribadeneira, Vida de san Ignacio de Loyola, pp. 372 y 374.