La escena principal de la obra representa el encuentro entre san Ignacio de Loyola y san Felipe Neri, que la tradición sitúa en las afueras de Roma. San Felipe, fundador de la Orden del Oratorio, está pintado como hombre de edad avanzada, vistiendo el hábito negro de su congregación y sosteniendo con su mano izquierda un bonete de presbítero, mientras que san Ignacio, más joven, viste el hábito también negro de los jesuitas. Aunque no existe referencia histórica sobre este encuentro, la tradición ignaciana lo ha incorporado a la vida del santo, a semejanza del encuentro entre san Francisco y santo Domingo -quienes se entrevistaron- para lograr la reedificación de la Iglesia católica, acontecimiento que tuvo lugar en Roma.
La escena de la derecha presenta a san Ignacio con el padre Fabro -quien lo acompañó constantemente durante su vida-, en las afueras de una ciudad al ser recibido por una multitud. La escena de la izquierda presenta a san Ignacio azotado por demonios, mientras que otro sacerdote observa la acción tras un vano que se abre en el fondo de la obra.
Esta obra forma parte de una serie realizada para el antiguo colegio jesuita de Tepotzotlán.