Esta obra formó parte de una alacena, posiblemente en alguna sacristía; así permiten suponerlo las imágenes pintadas en los haces de cada una de las hojas. En la parte externa, aparecen Elías y Eliseo. El primero se distingue por sus atributos: hábito carmelita -orden religiosa que lo considera como su santo fundador- ceñido con cinta de cuero y espada flamígera empuñada con su mano derecha, mientras con la izquierda sostiene el libro de sus profecías. (1) Eliseo, profeta de Israel y discípulo de Elías, quien le otorgara con abundancia el don de la profecía y el poder de obrar milagros (Reyes II, 9), está representado vistiendo igualmente el hábito carmelita y el báculo. Habitualmente se le suele pintar más anciano que a su maestro pues, según la tradición, le sobrevivió muchos años; pero se ven de la misma edad.
En el interior de la puerta aparecen momentos de la vida de la Virgen; de arriba hacia abajo y de izquierda a derecha hay las siguientes escenas:
Anunciación: presenta el instante en que, según los evangelios, el arcángel Gabriel se apareció a María para anunciarle que sería madre de Jesucristo. El ángel sostiene la vara de azucena, símbolo de la pureza de la Virgen, (2) quien sentada en un sillón frailero sigue la tradición renacentista italiana; a sus pies se ven un gato y una madera de hilo. Esta última alude a las labores que desempeñaba en el templo antes de ser confiada como esposa a José.
Visitación: la escena fue situada en las afueras de la ciudad y no en la casa de Zacarías, como lo marca el evangelio (Lucas I, 39-41). La Virgen se ve embarazada, hecho poco usual en la pintura novohispana; además los santos esposos van acompañados por un angelillo que sostiene el manto de María. Otra variación es una santa Isabel arrodillada y no de pie como generalmente se le pintó durante la época colonial en México.
Nacimiento de Jesús: el autor se inspiró en el texto de san Lucas, "...Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret a Judea, a la ciudad de David para inscribirse con María su esposa, que estaba encinta. Y aconteció que mientras estaban ellos allí, se cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo reclinó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada" (Lucas II, 4-7). De acuerdo a la tradición renacentista, el Niño está desnudo. En el segundo plano dos ángeles lo adoran.
Adoración de los Reyes: siguiendo los consejos de Francisco Pacheco para la representación de este pasaje, la Virgen aparece sentada a la boca de una cueva y san José, de pie a su lado, con "recogimiento y admiración". El Niño Jesús permanece en brazos de su madre envuelto en sus pañales y mantillas. (3) El artista introduce la novedad de incluir a una mujer en el grupo de personas y tocar el rey de piel oscura con un penacho de tipo indígena y no con un turbante oriental. Resulta curiosa la interpretación de los camellos que pueden apreciarse en la entrada al "pesebre". Derivan directamente del grabado que Pierre Cabanne hizo de la Adoración de los Reyes, de Pedro Pablo Rubens, pintada en 1625.
Circuncisión: siguiendo la tradición plástica e iconográfica de la pintura colonial, la escena capta el momento en que el Sumo Sacerdote sostiene al Niño sobre una charola, mientras que otro sacerdote se dispone a ejecutar la operación. La Virgen y san José lo presencian en segundo plano.
Presentación del Niño al Templo: el evangelio de san Lucas menciona que: "Cuando cumplieron ellos [María y el Niño] el periodo de la purificación, conforme a la ley de Moisés, lo llevaron [al Niño] Jerusalén para presentarlo al Señor según está escrito en su ley. Todo varón primogénito será consagrado al Señor y también para ofrecer en sacrificio, conforme se dice en la ley del Señor, un par de tórtolas o dos pichones." Apegándose a las recomendaciones del tratadista Francisco Pacheco, (4) en esta obra la acción se sitúa en un suntuoso templo con una mesa al centro; tras ella el santo Simeón vestido de sumo sacerdote sosteniendo al Niño; a la izquierda del santo aparece la santa viuda Ana. La Virgen de rodillas con túnica rosa ceñida y manto azul frente al altar, y José contando los cinco ciclos sobre la mano derecha de un ministro del templo. Las dos palomas o tórtolas para el sacrificio se hallan a un lado de María.
Huida a Egipto: En esta obra se mantiene el gusto por situar la acción en un claro del bosque, con la Virgen sosteniendo entre sus brazos al Niño, sentada sobre la mula, y a san José tocado con sombrero de peregrino.
Jesús entre los doctores: apegándose a los textos canónicos, así como a los lineamientos recomendados por los tratadistas para la representación de esta escena, la obra muestra el momento en que la Virgen y san José entran al recinto del templo en el que Jesús predica ante los doctores de la ley.
Dadas las características iconográficas y sus calidades cromáticas, así como de pincelada y manejo de técnica, la obra puede situarse dentro del círculo de Cristóbal de Villalpando. (5)
Esta pieza formó parte de las colecciones del Museo Nacional de Historia hasta el año de 1964.
(1) Juan Ferrando Roig, Iconografía de los santos, p. 93.
(2) George Ferguson, Signos y símbolos en el arte cristiano, p. 36.
(3) Cfr. Elisa Vargaslugo, et al., Juan Correa, su vida y su obra, catálogo, t. II, primera parte, p. 86.
(4) Francisco Pacheco, op. cit., pp. 259-261.
(5) Esta apreciación se basa en un análisis de la paleta utilizada en esta obra, en comparación con las demás piezas firmadas por este autor, dentro de las colecciones de este museo, así como las existentes en el Museo Regional de Zacatecas, la Colegiata de Guadalupe y colecciones particulares.