La escena central representada en esta obra está basada en el pasaje de la vida de san Ignacio que narra: "En este tiempo tuvo nueva nuestro padre, que Simón Rodríguez estaba muy mas gravemente enfermo, y en gran peligro de la vida, en Basán, que está como una jornada de Vincencia". (1) San Ignacio fue en compañía del padre Fabro y "...llegó a donde el padre Simón estaba en la cama, hallóle con la fuerza del mal muy consumido y flaco, y echándole los brazos le dijo: No hay de que temer -dijo-, hermano Simón, que sin duda sanareis desta..." (2)
San Ignacio aparece de pie, irradiando todo su cuerpo un resplandor. El padre Fabro está hincado orando frente al lecho en que descansa el padre Simón. Dos mujeres acongojadas se ven próximas a los pies de la cama. Un personaje -ahora casi borrado- está parado cerca de la cabecera, mientras un niño se inclina hacia el enfermo. Es interesante la representación de la cama sobre una tarima alfombrada y dentro de un dosel, como un mueble típico del siglo XVII.
Al extremo izquierdo se representa una visión maligna que constantemente acosaba a san Ignacio. El suceso aquí narrado lo padeció en distintos lugares. Tal como informa su biógrafo, le sucedió estando en Manresa: "...en el hospital y otras muchas veces, se le había puesto delante una hermosa y resplandeciente figura; la cual no podía distinguir como quisiera, ni que cosa fuese, ni de que naturaleza compuesta; sino que le parecía tener forma como de culebra... Y de ahí adelante por mucho tiempo le apareció muchas veces, no solo en Manresa y en los caminos, sino en París también, y en Roma; pero su semblante y aspecto... era tan apocado y feo, que no haciendo caso del, con el báculo que traía en la mano, fácilmente lo echaba de sí." (3) Obviamente esta aparición era el demonio, muchas veces representado con esta iconografía.
La escena del extremo derecho parece ser la aparición de san Ignacio a otro fraile de su consagración.
Esta obra forma parte de una serie realizada para el antiguo colegio jesuita de Tepotzotlán.
(1) Pedro de Ribadeneira, Vida de san Ignacio de Loyola, p. 123.
(2) Ibídem, p. 123.
(3) Ibídem, p. 50.