Esta escena está inspirada en el pasaje de la vida de san Ignacio que narra: "El año, pues, de 1521, estando los franceses sobre el castillo de Pamplona, que es cabeza del reino de Navarra, y apretando el cerco cada día más... Más como los enemigos no aflojasen punto de su cerco y continuamente con cañones reforzados batiesen el castillo, sucedió que una bala de una pieza dio en aquella parte del muro donde Ignacio valerosamente peleaba, la cual le hirió en la pierna derecha, de manera que se la desjarretó y casi desmenuzó los huesos de la canilla. Y una piedra del mismo muro, que con la fuerza de la pelota resurtió, también le hirió malamente la pierna izquierda. Derribado por esta manera Ignacio,... cedieron [el castillo] a los franceses, los cuales llevaron a Ignacio a sus reales [tiendas]..." (1)
En el primer plano de la composición, al centro, se ve la figura de Ignacio tendido en el suelo con una venda sobre las heridas recibidas. Su cuerpo es sostenido por cuatro soldados, que según la narración antes mencionada, son soldados franceses. En el fondo del lienzo, el pintor Cristóbal de Villalpando plasmó el asalto al castillo por el ejército francés; los soldados, curiosamente, visten de manera semejante a los del antiguo imperio romano.
Esta obra forma parte de una serie realizada para el antiguo colegio jesuita de Tepotzotlán.
(1) Pedro de Ribadeneira, Vida de san Ignacio de Loyola, p. 24.