Hacha votiva olmeca tallada en jade. Formó parte de un conjunto mortuorio conformado por un centenar de objetos de jade: orejeras, pendientes, cuentas cilíndricas y tubulares, discos y un pequeño cráneo, además de un espejo de hematita.
Representa a un ser con rasgos humanos y fantásticos: hendidura en la frente, cejas flamígeras, nariz ancha y chata, placa bucal, encía desdentada y comisuras de los labios hacia abajo; además, porta un pectoral. El bajorrelieve se resaltó con cinabrio, un mineral rojo utilizado en contextos rituales.