Es una gran figura simbólica representada de frente. En lugar de rostro tiene una especie de escudo, el cual en su interior lleva círculos concéntricos y un disco al centro enmarcado por líneas dobles y entrelazadas. Éstas están rodeadas por otro anillo exterior compuesto por un diseño de plumas curvadas en la misma dirección. Por encima del escudo se extiende como gran abanico un enorme tocado que se constituye de las siguientes partes: la más baja, por encima del escudo, se forma de una hilada de lengüetas apuntadas hacia abajo; por encima se extiende una banda que se curva en los extremos y en cuyo interior se nota, en sentido horizontal, una hilera de discos; en un nivel más alto se observa una banda más amplia que la inferior, sigue la misma curvatura y se decora en su interior con una hilada de gotas; otra banda estrecha repite la forma y el diseño, con una serie de discos en dirección horizontal. Al centro y a lo alto de las bandas antes dichas, se aprecia una especie de recuadro en cuyo interior se observan discos, una silueta en forma de banquillo de la cual se levantan y curvan hacia afuera, cuatro apéndices que simulan colmillos. El recuadro se limita en lo alto por dos bandas dos bandas curvas: la interna lleva discos y la externa triángulos en dos tonos de rojo. A los lados de la parte baja, que semejan las fauces abiertas de un animal, se extiende a cada lado y en sentido horizontal, una placa con apéndices apuntados. Enmarcando las secciones del tocado arriba mencionadas, se aprecian bandas en sentido diagonal con discos y triángulos en su interior, de ellos bajan tres gotas a cada lado; dos penachos de plumas, uno a los lados de las secciones bajas, y otro en lo alto dan realce a un tocado magnífico.
Fuente, Beatriz de la (coord.), 1995, La pintura mural prehispánica en México I. Teotihuacán, México, UNAM / IIE.