Esta tabla corresponde al tercer artículo del Credo, cuya autoría se atribuye a Santiago el Mayor: “Se encarnó de María la virgen y se hizo hombre.” De ahí que la escena principal represente la anunciación del arcángel Gabriel a María (Lc 1: 26-38) y la secundaria, a la derecha del espectador, la adoración de los pastores (Lc 2: 8-30). Ambas escenas son muy frecuentes en las pinturas de la época; la primera aparece en la llamada Serie I de la Vida de la Virgen del Museo de América de Madrid y la segunda en una serie de la Vida de Cristo de la misma colección. Las dos son anónimas y exhiben cierto parecido con las escenas de esta tabla. A la vez, la Adoración de los Pastores muestra ciertas similitudes con una Natividad de Juan González de 1662, del Smithsonian American Art Museum.

La composición de esta Anunciación es sencilla y equilibrada. María aparece con la mirada baja, llevándose la mano derecha al pecho; se halla de hinojos ante el arcángel Gabriel. En un rompimiento de gloria, Dios Padre, dos ángeles y el Espíritu Santo contemplan la escena. La representación destaca por la luminosidad de las figuras, fácil de advertir sobre el fondo neutro. Como ocurre en otras tablas de esta serie, el interior donde se halla María es austero, pues las únicas figuras que la acompañan son una sencilla mesa y una silla; sobre la mesa se hallan un jarrón y un atril con un libro, habituales en este tipo de representaciones. El jarrón suele contener azucenas, que aluden a la pureza de María, pero en este caso González ha reemplazado las flores blancas por hojas.

María aparece sobre una rica alfombra; por lo demás, la composición no exhibe otros detalles, lo que propicia que el espectador se concentre en el brillo del nácar y en los gestos de los personajes, nutriendo así la reflexión sobre el significado de la escena.

En la Adoración de los Pastores, María aparece a la izquierda y José a la derecha del espectador. En medio de ellos hay un pastor muy joven, mientras que en el extremo izquierdo aparece una mujer con un cántaro sobre la cabeza —que deriva de un modelo de Rubens de 1617— y al fondo, a la derecha, se advierte un buey. En primer plano se observa un cordero y una canasta con huevos. A excepción de esta última, todas las figuras aparecen también en la Natividad de Juan González, aunque las soluciones son distintas. Es decir, pese al uso de modelos similares, los González se interesaron en variar los detalles de sus representaciones, lo que en parte explica el éxito de su trabajo.

Sonia Irene Ocaña Ruiz

Esta pintura lleva un marco decorado con incrustaciones de concha. La serie completa consta de doce tablas, seis de las cuales pertenecen al Patrimonio Artístico del Banco Nacional de México desde 1971. (1) Esta es la tercera tabla de la serie.

En 1931 Manuel Romero de Terreros informó de la existencia de esta serie en la iglesia de Santa Isabel Tola, cercana a la población de la villa de Guadalupe. El autor basó su comentario en información del profesor Antonio Cortés. (2)

(1) José de Santiago, Algunas consideraciones sobre las pinturas enconchadas del Museo Nacional de Historia, México, INAH, 1976, p. 11.

(2) Manuel Romero de Terreros, “Miguel González”, en Contemporáneos, núm. 35, abril de 1931, pp. 83-84.

Dujovne, Marta, Las pinturas con incrustaciones de nácar, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1984.

Ocaña Ruiz, Sonia I., “Nuevas reflexiones sobre las pinturas incrustadas de concha y el trabajo de Juan y Miguel González”, en Anales, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Estéticas, Vol. XXXV, 102, Primavera 2013, pp. 125-176.