Se representa a una mujer sedente con las piernas cruzadas, de postura recta, su cuerpo sugiere cierta monumentalidad. La cabeza muestra un rasgo de belleza importante, la deformación craniana. La boca la deja entre abierta permitiendo ver los dientes, la barbilla está decorada con escarificación a base de punteado el cual se encuentra a un lado de las comisuras de la boca. Muestra un tocado que se conforma por bandas envolventes. Conserva una orejera pequeña. Viste una falda larga con decorado por una cenefa azul en la orilla, por la pintura azul que conserva en el cuerpo se puede sugerir que llevaba una blusa transparente.

El realismo expresado en el tratamiento de la figura humana refleja la destreza de los artesanos mayas y el alto grado de refinamiento artístico alcanzado en el modelado en arcilla y en su pintura, como lo demuestra esta singular pieza que representa a una dama de la nobleza maya.

Como en muchas otras culturas, el papel desempeñado por las mujeres en la sociedad maya prehispánica no ha sido valorado con justicia. Además de su diario trabajo en el seno familiar en la elaboración de alimentos, manufactura de textiles, limpieza del hogar, acarreo de leña y agua, cuidado del santuario doméstico, atención a las huertas familiares (condimentos, ornato y medicinales) y de los animales domésticos (abejas, aves, perros) para autoconsumo, y ser compañera, esposa y madre, la mujer maya llegó a desempeñar cargos públicos de alto rango.