Formado por corredores, arquería, patio, cisterna, sala de profundis, refectorio, bodegas, cocina, caballerizas y huertos.
El claustro tenía un patio que capturaba el agua de lluvias en una gran cisterna donde se extraía agua a través de un pozo; los corredores servían para deambular o meditar; el refectorio era un gran comedor que concentraba a todos sus religiosos en la hora de sus alimentos; en esta misma orientación se encontraba la cocina, las bodegas para almacenar todo tipo de víveres, granos y enseres, las caballerizas, los talleres y el huerto. Las pinturas murales, tanto de los corredores tanto como los espacios en general del convento, eran importantes documentos en los que se representaba pasajes bíblicos, vida de los santos, personajes importantes de la Iglesia, etc. Las pinturas del claustro bajo estaban dedicadas a la pasión de Jesús (remates de las esquinas en medias lunas que forman los arcos), a San Agustín (nichos del muro sur), a los apóstoles (medallones del friso en la parte superior de los muros), monogramas de Jesús y María. En la parte inferior de los muros.
Un confesionario que data del siglo XVl interrumpe la armonía del guardapolvo del muro norte.