A partir de 1857, por las Leyes de Reforma de Benito Juárez, muchos conventos fueron clausurados o siguieron en actividad de manera clandestina a través de la construcción de edificios alrededor del convento, dejando como único contacto con el exterior la puerta que se aprecia en esta sala.
La última exclaustración en el año de 1934 sucedió por la denuncia de un anticuario hacia la policía. Cuenta la leyenda que al venir la policía y registrar las casas alrededor de este convento, el detective Valente Quintana, por accidente, rompió un jarrón donde se escondía una campanita. Al sonar dicho artefacto, la priora abrió la puerta dando fin a casi 250 años de existencia.