Mariano de Jesús Torres (1838-1921) pintó varios cuadros de la ciudad de Morelia.
Cada generación produce, cuando menos, un amanuense que registra, mediante la palabra o la imagen, el mundo que lo rodea. Bajo el signo de la curiosidad y el asombro, explora las formas y los sonidos, los tonos y los matices de su entorno, para guardar el detallado registro en la memoria del lienzo, el papel y la tinta.
Es el caso de Mariano de Jesús Torres, destacado escritor, poeta y periodista del siglo XIX mexicano. Nació en 1838 en Morelia, la capital del entonces joven estado que se debatía entre la conformación de un proyecto político y de su perfil en medio del concierto nacional. Su carácter inquieto y espíritu humanista lo llevaron a estudiar jurisprudencia y a vincularse con el periodismo. Marcado por el pensamiento liberal, pronto se convirtió en un intelectual crítico del régimen de Porfirio Díaz y del conservadurismo de la época. En su propia imprenta publicó numerosos periódicos (entre ellos el célebre Centinela) donde él y otras notables plumas de su tiempo abordaron con gran versatilidad la política, literatura, música y poesía. Motivado por un ánimo científico, los almanaques y los diccionarios se cuentan también entre sus publicaciones.
Del mismo modo que con el seudónimo "el Pingo" dio testimonio de los vaivenes políticos y los ánimos y las apetencias de sus contemporáneos, como pintor autodidacta capturó en imágenes estampas de una ciudad en transición: por un lado, una Morelia de sabor provinciano, de mañanas calmas surcadas apenas por las campanadas de Catedral, los gritos del sereno y el crujir de las carretas y coches de caballos; por otro, la ciudad capital cargada de historia que pronto vería la llegada del tranvía, del alumbrado incandescente y de la modernidad. La magia de las estampas radica en su ubicuidad: son la memoria de un tiempo lejano y la materialización del mismo en el presente.