La independencia de nuestro país se inserta en una época de revoluciones que rompieron con las monarquías y sus sociedades de privilegios; la nuestra fue un proceso largo y complejo.

En 1808 la corona española vivió una crisis política profunda: los franceses comandados por Napoleón Bonaparte invadieron la península ibérica, tomaron preso al rey e impusieron un emperador.

Este acontecimiento provocó dos procesos paralelos: por un lado, en España se impulsó una reforma que permitiera vencer al invasor y establecer la monarquía constitucional guardando fidelidad al rey español Fernando VII; estos hechos se concretarán el 24 de septiembre de 1810 cuando se inauguraron las Cortes de Cádiz. Éstas tuvieron éxito contra los franceses y mantuvieron su dominio en el resto del imperio español. Por otro lado se había iniciado la lucha por la independencia de las colonias españolas en América.

Así en la Nueva España, a partir de 1810, se formó una coalición realista integrada por la Iglesia, los comerciantes y el gobierno virreinal, es decir, la élite novohispana. Ésta, con el apoyo del gobierno de las Cortes de Cádiz, combatió contra la independencia y su primer gobierno establecido en Zitácuaro en 1811.