Uno de los mayores atractivos al recorrer la zona arqueológica de Mitla radica en la variada ornamentación arquitectónica de sus simétricos y pesados edificios. Dicho decorado se compone de la combinación de diversos elementos, entre los que sobresalen la molduración denominada “tablero escapulario”, compuesto por bandas horizontales de piedra lisa con algunos cambios de profundidad, y partes que parecen colgar en las esquinas y en la zona central de algunos muros largos, o en la proximidad de las aberturas de acceso.
Estos movimientos de la molduración del tablero permiten dejar espacios abiertos entre los elementos colgantes (y al interior de algunos de estos), que son ocupados por la ornamentación en forma de grecas con los más variados dibujos y distintos tipos de ejecución. Algunos son mosaicos de piezas ensambladas de pequeño tamaño, formando cada accidente de la greca; otros se componen de piezas más grandes que configuran una parte mayor de la greca, mientras otras están talladas en relieve en una gran extensión, sobre piezas monolíticas muy grandes, como los dinteles.
Las grecas son para algunos, simplemente, sinónimo de Mitla. Sin embargo, Mitla es más que sus excepcionales tableros decorados con estos elementos. El tablero mismo proviene de la influencia teotihuacana, diseminada por toda Mesoamérica hacia los primeros cinco o seis siglos de nuestra era. Este motivo ornamental adquiere características propias en Monte Albán, donde se duplica su molduración e incorpora los motivos colgantes, pero es Mitla el lugar en el que alcanza su máximo grado de refinamiento, pues es construido con sillares de cantera perfectamente recortados y ensamblados, con soluciones de esquina resueltas siempre de manera muy afortunada, destacando el elemento colgante sin restar importancia a los frisos de grecas que alberga el tablero en su interior.
Las grecas de Mitla se encuentran siempre formando frisos, y los motivos que configuran son muy variados, sólo en pocas ocasiones se repiten. Integrados por pequeñas piezas de cantera labrada perfectamente ensambladas, como mosaicos, o labradas en piezas más grandes, se combinan con otras iguales o bien con motivos diferentes para formar figuras de gran atractivo visual y de la más alta calidad decorativa, que contribuyen eficazmente a destacar la jerarquía de los edificios en que aparecen y de sus ocupantes originales.
En cuanto el origen de este tipo de decoración, los estudiosos han identificado motivos similares en las artes decorativas (cerámica y orfebrería), los códices y la arquitectura misma de la cultura mixteco-zapoteca del Valle de Oaxaca. Originalmente, todos los frisos de grecas estaban terminados con una delgada capa de cal aplicado sobre la piedra pintado de color rojo; en algunos frisos es posible observar aún pequeñas porciones del acabado original. Existen evidencias de que varios de los grandes dinteles monolíticos de los conjuntos arquitectónicos del Norte y del Arroyo originalmente ornamentados con ricas pinturas murales del mismo tipo de los códices mixtecos. Desafortunadamente, aunque sobreviven pequeños fragmentos de estas pinturas, la mayor parte de esta ornamentación se ha perdido.