Los vestigios conocidos de este pequeño asentamiento se encuentran sobre una colina natural de unos 30 metros de altura que domina amplias y fértiles sabanas de tierra roja (kankab). Las laderas fueron modificadas con terrazas y nivelaciones en las que se construyeron viviendas de varias dimensiones y a las que se dotó de chultunes o aljibes subterráneos para agua de lluvia.
La ocupación del sitio inició alrededor del año 300 de nuestra era y finalizó en el 1000. Su época de apogeo ocurrió entre los años 600 y 900, cuando se erigieron los edificios monumentales que hoy podemos ver. Corresponden a la arquitectura Chenes, revestidos con sillares pequeños y regularmente cortados que iban revestidos de estuco y pintados de varios colores, en especial de un rojo intenso.
La estructura más llamativa muestra un enorme mascarón del Monstruo de la Tierra, entidad mítica generadora de vida en el pensamiento maya antiguo y equiparable a la deidad Itzamná. De hecho, la voz Itzam se refiere a un lagarto, animal que representaba a la tierra. Su boca es el vano de entrada, rodeado por colmillos o dientes curvos. Se aprecian sus ojos y orejeras. A ambos lados vemos cascadas de mascarones de la misma deidad, pero vistas de perfil. Las casas que flanquean a la portada muestran el tejido de la estera, indicando un edificio que también tenía autoridad política.