El Plato Blom es una pieza de cerámica prehispánica procedente de la bahía de Chetumal, en el sur de Quintana Roo. Muestra la escena ocurrida en un tiempo mítico previo al origen de la humanidad, en el que la Tierra estaba habitada por seres sobrenaturales. El suceso plasmado se difunde en el Popol Wuj, el texto literario más conocido de la cultura maya k’iche’, que recoge narraciones e historias míticas que posiblemente hayan tenido sus orígenes en el inicio mismo de la tradición cultural maya, unos 300 años antes del inicio de nuestra era.
El plato está dividido en dos partes. La primera muestra en el centro a Itz’am Yeh (conocido en el periodo Posclásico como Vucub Caquix o Siete Guacamaya), un pájaro monstruoso que en la tradición maya suplantó al Sol pretendiendo igualar su brillo con el reflejo de sus joyas. Cansados del engaño, los hermanos gemelos Xbalanqué y Hunahpú decidieron matarlo, para lo que tomaron sus cerbatanas y se dirigieron al árbol de nance en donde el ave se posaba diariamente a comer sus frutos; éste es justamente el momento captado en la pieza.
En la porción inferior se aprecia una inscripción glífica del tipo conocido como Secuencia Primaria Estándar (SPE), esto es, una secuencia de glifos que se repite con mucha frecuencia en la cerámica polícroma funeraria maya del Clásico Tardío. Este género de inscripciones fue descubierto por el epigrafista Michael Coe, y a partir de él, otros investigadores, como David Stuart, han continuado analizando la escritura de las vasijas mayas. Gracias a estos especialistas se sabe que las SPE hacen referencia a personajes históricos, casi siempre gobernantes o señores nobles, quienes son mencionados como los propietarios o usuarios de la pieza en cuestión. Así, en la inscripción del Plato Blom se lee: “Se dedica... el 8 muanil su escritura [del] Ch’ak Ch’ok Kelem [Gran Joven Príncipe]...” (William Mex, comunicación personal). Seguramente, se hace referencia al personaje que fue enterrado junto con la pieza, que parece haberse empleado para servir tamales.
Es interesante mencionar que este objeto excepcional fue encontrado en los años cuarenta durante la construcción de la primera pista aérea de la ciudad de Chetumal, al pie del faro aún en funciones. La maquinaria utilizada para limpiar el terreno destruyó un montículo dentro del cual se encontraba una tumba con una rica ofrenda de la que no se conserva mayor información; entre el personal a cargo de la construcción se encontraba el ingeniero estadounidense Roy H. Jones, quien se impresionó por la calidad y buena conservación de la pieza, lo que le llevó a tomar la decisión de conservarla. Años después, Jones cambió su residencia a la ciudad de Oaxaca, donde conoció al célebre arqueólogo y etnólogo danés Frans Blom, a quien le permitió examinar su atesorado bien. En 1950 Blom publicó un artículo mediante el cual dio a conocer el plato a la comunidad académica internacional; de ahí que comenzara a conocerse como Plato Blom.
A pesar de la fama que adquirió debido a su riqueza iconográfica, el plato permaneció en poder de Jones hasta 1985, año en que decidió donarlo al Museo Regional de Antropología, Palacio Cantón, en la ciudad de Mérida. En ese entonces lo recibió Peter Schmidt, director del recinto. Finalmente, regresó al estado de Quintana Roo en 2012, al inaugurarse el Museo Maya de Cancún, donde se encuentra actualmente.